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Toyota 4RUNNER 2006: La cuarta generación representa su punto más alto.

Ya acredita tres años consecutivos de éxito desde que nos llegara en el 2003, e inmediatamente sirviera de base para el Lexus GX 470.

Por PEPE FORTE


Japón... por allá lejos. Conocía el mundo a duras penas a la admirable nación asiática que, con inteligencia en 1905, sin renunciar a una cultura incuestionablemente única, decidió incorporar los modos de Occidente. Japón se pone luego en el mapa del mundo, en la Segunda Guerra Mundial. Pero sin duda se hace famoso en los años 60 cuando nos “invade” en peculiar “contra-ataque” . Y el Imperio del Sol Naciente no penetra a Occidente haciendo vestir a nadie kimonos ni obligando a instalar ventanas de papel en las casas de cada quien y mucho menos invitándonos a comer sentados en el piso o a sustituir —¡ojalá!— nuestra anti-higiénica y esotéricamente impropia manera de saludarnos con el apretón de manos por la elegante reverencia. No. Tal vez la única cosa verdaderamente japonesa a la que el planeta ha sucumbido es el sushi —y eso es relativamente reciente—. Japón "conquista” a través de sus productos. Los pioneros fueron cuatro: los tres primeros —y no exactamente en orden cronológico— son los mini-radios de batería Sony —transistores como se les llamaba por contar por entonces con tal componente electrónico—, las cámaras fotográficas Nikon —la F y la F2 fueron las heroínas de Viet-Nam— y los relojes Seiko que, en un santiamén patearon a la excelsa maquinaria suiza. El cuarto, el Toyota Corolla de 1968... aunque si usted quiere incluir en la lista a Yoko Ono, cuenta con mi visto bueno...
  
   Desde el Corolla '68, Toyota arrasó a Occidente con ése y todos los demás coches que vinieron detrás. Y en la colección hay que recordar a sus Deportivos Utilitarios —que por aquella época de albores no se les llamaba así—, y entre éstos destaca el abuelo FJ40 que se convirtió en pelea de frente a frente en el tercer jeep —así se le llamaba genéricamente a los SUV’s—, desafiando precisamente al Jeep y al land Rover. Y en ese prontuario resulta inobviable el 4Runner.

El Land Cruiser FJ40 de 1960 es la simiente de los SUV's de Toyota. El abuelo fue prolijo: su descendencia se palpa en la más completa panoplia de deportivos-utilitarios del fabricante japonés.

Totalmente rediseñada para el 2003, la cuarta generación del Toyota 4Runner se ha convertido en un verdadero tsunami y creo que es la mejor de toda la historia del SUV. Cuando el vehículo fue estrenado entonces asistí a una presentación regional —que más adelante volveré a mencionar— y posteriormente lo conduje en dos ocasiones más durante una semana de pruebas en mi ciudad. Ninguno de esos turnos incluyó el V8, que muy recientemente probé.
  
   El flamante vehículo marca nuevos hitos —entre ellos, su divorcio modular de la pick-up Tacoma—, mientras que, por otro lado, retiene dotes históricas como su construcción no integral de carrocería sobre marco, cosa clave para un auto que pretenda ostentar la etiqueta de auténtico SUV.

Magníficamente equipado aún en su receta más elemental (all the toys a bordo en el modelo supremo), el vehículo de 5 plazas estrena cifras: gana 4.5’ entre ejes y aumenta longitud y espacio delantero para los hombros. Ofreciendo doble y cuádruple tracción con rango bajo, los motores a disponer son el nuevo V-6 de 4 litros para 245 hp y 283 lb' de torsión, contra 183 y 217 del viejo y, por primera vez, el espectacular motor opcional V-8 i-FORCE, de 4.7 y 235 hp, el mismo de su hermano mayor, el Sequoia —ambas plantas son sorprendentemente eficientes y certificadas como Low Emissions—.

Los beneficios del V8 son muchos y muy evidentes. Cuenta con un sofisticado sistema de válvulas y genera 270hp, capaz de arrastrar hasta 7 mil libras. Pero hay algo de refinado en esta potencia. Está ahí cuando hace falta, pero no se siente que se está al volante de un basculador que, aunque potente, siempre resulta tosco. La versión V-8 acopla con transmisión automática de 5 velocidades, con unos cambios de marcha fluidos y coherentes. No es de esas transmisiones que se sienten cambiar errática y espasmódicamente.

La panoplia de 4Runners es amplia y diversa, y dentro de cada corte existen subdivisiones atendiendo a expresiones particulares. Está el SR5, con las ediciones Sport Edition, y Limited; el SR5 V6 4x2 y 4x4, y el SR5 V8 4x4. Una paleta bien flexible a cada exigencia o necesidad de mercado.
  
   Todos traen control de tracción y estabilidad, frenos ABS, y Control de Arranque en Colina (HSC); los de tracción cuádruple añaden el eficiente Control de Ayuda en Bajada (DAC).

Quien ha conducido las versiones anteriores del 4R, en la nueva notará enseguida mejores modales de manejo. Los enamorados de estirpe del 4Runner defenderán a capa y espada la idea de que el rediseñado vehículo sigue siendo tan SUV como siempre lo fue. Llevan razón... pero no toda. Una breve prueba de conducción —lo goberné no por una, sino por tres semanas seguidas además de la prueba de terreno en Atlanta, Georgia—, basta para darse cuenta que tiene mucho de handling a lo crossover. No se asusten los puristas, que no se trata de un SUV bastardo. Se sigue sintiendo testarudo, rígido y vigoroso, pero ahora incorpora toques de nobleza a su porte y caminar que, para mí, son bienvenidos. Claro que estas suavidades no son las del Highlander, su hermano domesticado. Mas el nuevo 4Runner ostenta maneras de atleta universitario. Y se siente menos pesado en el avance que sus predecesores, desde que debutara en 1985.

Son 20 años de andanzas. Los SR5 anteriores eran más rudimentarios, aunque quizás el calificativo sea un poco tremendista. Se trataba de una época que adoraba un desenvolvimiento y apariencias a lo Bronco, Pathfinder, Rodeo, etc. Pero el 4R ya necesitaba una remodificación capital y con esta reciente generación, lo ha logrado. Aunque gozando aún de excelente reputación entre quienes por años lo han comprado gracias a su confiabilidad y rendimiento, el modelo precedente, en cuanto a estilo, ya daba muestras de agotamiento. Su diseño clásico, cuadrado, y su proceder de cruiser capaz de enfrentar con igual éxito el asfalto que la tierra con rudeza, estaba perdiendo la batalla del tamaño y de las líneas sinuosas. Ahora más grande y amistoso, pero sin deshacerse de lo que le garantiza como un genuino 4Runner, este 4Runner va a todo dar.

   Por dentro, el nuevo 4R es más ergonómico y contemporáneo. En cuanto a styling, resultan muy atractivos el pilar C —ahora más ancho—, la tobera sobre el capó —que siempre garantiza un look vigoroso, aunque lamento su ausencia en el Limited—, y el cladding de las ediciones SR5 y las Sports, que tantas pasiones despierta en una y otra esquina —a favor o en contra—. Pero para mi gusto, está OK, sobre todo porque la plástica envoltura  no es tan acentuada como la del Chevrolet Avalanche o como lo fue la del Volvo CrossCountry XC70.


   El modelo más simple, el clásico SR5, que siempre ha sido un suceso de ventas, no está por ello "pelado" a lo militar. Dígase que, por ejemplo, ofrece standard climatizador automático y acceso remoto sin llave. Y a medida que se asciende en la escala de modelos las amenidades se incrementan hasta alcanzar las innumerables exquisiteces de lujo del Limited, como sistema de navegación GPS. Naturalmente, también se asciende en el precio de etiqueta. Casi próximo a $40 mil está el modelo mejor dotado, un precio que puede ser inferior a coches parealelos de la división de lujo de Toyota. Pero no creo que sea un riesgo ni un disparate de mercado. Lo bueno tiene su costo y, aunque el rendimiento básico del 4Runner se puede tener aún en el modelo más simple, vale la pena pagar por un 4R a lo cinco estrellas.
  

¿Detalles cautivadores? Sí: me parecen una idea genial los espejos dentro en los pilares traseros junto a la quinta puerta que favorece la visibilidad lateral, y que está presente aún en el modelo mejor dotado, que cuenta con cámara de televisión para la marcha atrás, lo mismo que sus parientes Lexus. Y ahora que menciono Lexus: este nuevo 4Runner con estirpe del Toyota Prado —que no se vende en EEUU—, sirve de base para el Lexus GX 470, con una más dramática cirugía estética y muscular. Acreditándose ya 3 años de éxito de mercado aquí, más a las buenas que a las malas, el vehículo es, a todas luces mejor, éntresele por donde se le entre.