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2005 HYUNDAI TIBURON: La evolución de un cazón que ya va por Tigre... ¿llegará algún día a Gran Blanco?

Por PEPE FORTE

No sabría por cuál especie de Tiburón llegó al mercado automotriz a finales de los 90 el coche deportivo de Hyundai, pero Gata —o Enfermera (Nurse), como se le llama en inglés—, sí sé que no fue. Digno émulo de la teoría evolucionista darwiniana, el Tiburón de Hyundai diría que ya va por lo menos por Martillo o Tigre y quién sabe si termine en Gran Blanco para complacer a Spielberg y a Peter Benchley, aunque para ello el fabricante coreano le agregue una antena de radio que simule la aleta dorsal del más agresivo de los escualos.
  
   Uno de los deportivos de más bajo precio que se puede comprar hoy no es, a pesar de ello, una caricatura de bólido. Todo lo contrario: es un auto que ha evolucionado a un admirable nivel de performance y respeto entre los consumidores, y es una magnífica alternativa a quienes no puedan desembolsar lo que se necesita para llevarse a casa un Nissan Z.
  
   La generación 2005 del Tiburón debutó en el 2003 y ahora exhibe cambios cosméticos y de rigor que lo engrandecen. Mejoras y ajustes necesarios son el plato fuerte de la versión SE V6 —que debutó en el 2004— y del GT, un auténtico  high-performance de gran valía. Nuevo grill y lámparas de cristal oscuro decoran la más reciente camada del condrictio motorizado. Las toberas laterales que emulan branquias han regresado a su diseño original de aperturas horizontales —aunque prefiero las verticales— y también los cambios tocan los nuevos retrovisores laterales, retráctiles, para mejor rendimiento aerodinámico. Las luces traseras también reflejan los distintos cortes.
  

   El diseño actual del Tiburón es sin duda más aerodinámico, haciéndolo lucir más vigoroso y veloz. Los colores claros como el amarillo —sunburst yellow según la etiqueta— y el plata, así como el blanco, lo colocan en una excelente disposición para aditamentos aftermaket, especialmente los cristales ahumados, lo que le harían lucir súper bien.
  
   Lo mismo el GT que el SE están dotados de motor V6 de aluminio de 2.7-litros. La diferencia es notable si comparado con el predecesor de 4 en línea. Mi unidad reciente de pruebas fue un SE, de transmisión manual de 6 velocidades. La planta es un  DOHC capaz de 172hp y 181 lb x' de torque. El matrimonio entre ésta y la transmisión es bien llevado. Esta transmisión disipa con gran voluntad la potencia del motor. El pedal del clucht es de paso alto —arriba, en la primera etapa del recorrido, lo que garantiza cambios rápidos pero sólo para quienes sepan explotar a fondo este vehículo—. La dureza de la manipulación de la palanca no es tan ruda como en el Subaru STI, pero no tan ligera como en el Dodge Neon SRT4. El Tiburón SE viene calzado con excelentes neumáticos Michelin en aros de aleación de 17", anchos.
  
   Por dentro el Tiburón está bien diseñado. La posición de manejo es cómoda, aunque las butacas no son superiores a las del R32 de Volkswagen, a las Recaro de otros rivales, ni a las "genéricas" del SRT. Habría preferido que fuesen más envolventes. Una mezcla de varios tejidos las hacen agradables visualmente y se les nota resistentes a rigores de uso y hasta a manchas. Lo más importante es que estos géneros no sólo facilitan el desplazamiento al egresar o ingresar al vehículo, sino que impiden el deslizamiento del cuerpo en curvas a velocidades... ejem, ilegales. Agradables costuras con gruesas puntadas en rojo redondean el paquete. El asiento trasero es "humano" (si quiere exagerar y decir que atendiendo a ello el Tiburón puede pasar hasta por un auto de familia, hágalo).
  

Una mezcla de plásticos con acentos tipo aluminio decoran el interior. Las toberas del aire acondicionado, circulares, sobre la consola representan un buen  diseño, aunque sus molduras en aluminio en algunos momentos reflejaron la luz solar en el parabrisas para unos destellos irritantes. La ubicación de instrumentos no es tumultuaria, sino más bien separada y por ello accesible. Mi única crítica —extensiva a otros muchos autos— son los botones del climatizador que aunque fáciles de manipular —son circulares, mis preferidos— carecen de refinamientos. No sé de dónde sale la idea hoy de diseñar estos botones tan burdamente como si se tratatse de tapas de botellas de gaseosa —¿dónde están los botones de magnífico diseño y acabado de los años 70 y 80?—.

   El Tiburon, en su edición suprema, cuenta con un excelente estéreo Infinity de 440-con 6 altavoces y subwoofer. Como un aftermarket, ofrece un tocador de CD's y radio AM/FM/MP3 Kenwood especialmente desarrollado para Hyundai con pantalla sicodélica que cambia constantemente de colores. Sin duda, una jugada exitosa para los prospectos de la generación Y. Pero el Tiburon es ruidoso en cabina.
  
   Tres relojes centrales agradables visualmente informan de la torsión, voltímetro y consumo instantáneo. Este es uno de los detalles que conquistarían al más exigente prospecto y colocan al nuevo Tiburon en una perspectiva muy atractiva. El paquete interior podría decirse que cierra con pedales de terminado en aluminio. Por fuera, opcional, el spoiler trasero, uno de los pocos que, para mi gusto de bajo perfil en lo que a estridencias respecta, califico de atractivo por el look masivo que contempla. Ojalá que otros fabricantes lo imiten.
  
   Vamos a plataforma ahora. No más tiburones montados sobre las espinas del Elantra. Ahora, lo es a partir de la plataforma GK. Antes de consultar cifras, me puse al volante del flamante Tiburon y, aunque resulte exagerada la siguiente opinión a ciertos oídos... ¡lo noté con un rodaje parecido al del Corvette! La sorpresa se apoya en que, aunque ligeramente, la distancia entre ejes creció: ahora 99.6". vs. 97.4, y 173 vs. 170.9, respecto de la versión previa. Y esto, naturalmente, también se traduce no sólo en la sensación de que el nuevo Tiburón es más largo, sino que creció en espacio interior. También, este marco es más rígido ahora y más carente de vibración que el modelo pasado. La calidad de rodaje ha sido mejorada también gracias a su suspensión independiente en ambos trenes. El paquete igualmente incide en los niveles de seguridad del Tiburón —que ya van siendo cosa de estirpe—. Cuenta con construcción integral, barras reforzadas para impacto lateral y bumpers o parachoques —delante y detrás— que abosorben colisiones de 5mph. Las bolsas de aire delanteras son estándar. En cuanto a garantía —la insuperable de Hyundai— también toca a este coche con nombre de pez voraz: la famosa 10-años/100 mil millas en el tren de rodaje y potencia y 5/60 mil del tipo bumper-to-bumper. ¿Una sola palabra para definirla?: imbatible. Pero aquí no termina: los que pesquen este tiburón recibirán asistencia en el camino las 24 horas ¡libre de costo! por 5 años completos sin límite de millaje. Esta garantía igualmente incluye remolque de emergencia, y servicio de apertura de pestillos.
  
   He de confesar que en mi semana de pruebas no pude llevar a fondo —léase correr— al nuevo Tiburón. En parte, tal vez ello no sea importante. El más alto porcentaje de sus compradores lo explotarán en la ciudad y no en una pista de carreras. ¿Correr en la ciudad y en los express o highways? No se lo recomiendo. No porque este tiburón carezca de agallas para hacerlo, sino porque es ilegal y, además, sería irresponsable incitar al público ello. Pero para la mayoría de los consumidores que deseen "viajar con onda" a bordo de un vehículo que es una especie de lobo disfrazado de cordero, el Tiburón '05 puede garantizar muchas satisfacciones como auto deportivo y hasta demostrar que puede revelar lo que esconde en su alma un vigor insospechado para esos cambios de sendas que tanto dependen de la velocidad y potencia con tal de escapar ileso.

Antes de continuar, quiero hacer patente una revelación valedera: mi colega y amigo Emilio Lezcano, corredor profesional, uno de los pocos hombres que acredita credenciales como competidor sobre el asfalto y también en Rally —sin duda una combinación inusual— obtuvo el 3cer. Lugar como miembro del Hyundai Rally Team USA al volante de un Tiburon en el año 2002 en el difícil trillo de Ojibwe Forest de Minnesota, EEUU. De más está decir que el Tiburon, en manos del experto, salió airoso de tan severa prueba donde los autos sufren embates cíclicos que difícilmente puedan enfrentar en una pista de asfalto, a menos que se trate de una colisión terminal. Pero, para sorpresa del lector, en esa carrera el equipo de rally de Hyundai se alzó con los tres primeros lugares, dejando boquiabiertos a los corredores de Subaru Impreza que durante años han sido monarcas de esta competición. Sin duda, un hecho que dice mucho de la calidad de Hyundai.
En las dos imágenes de arriba: Emilio Lezcano al volante de Hyundai Tiburon obtuvo una magnífica posición en un severo rally en el que, según el piloto, el auto demostró una gran resistencia desafiando a Subaru que, históricamente, ha reinado en este tipo de carrera.

Continuemos: El Tiburon, en general, maneja muy bien y no imita a un bólido... sino que lo es. Complace sobremanera ver cómo este vehículo —y la compañía en general— ha ido ganado en reputación entre los consumidores gracias a su dedicado trabajo por mejorar su calidad. A Hyundai ya no se le ve como un desheredado, como un fabricante al que se le mira con recelo. Y parte de ese crédito hay que reconocérselo precisamente al Tiburon. Lo único que aún queda bajo es su precio. Si las cualidades del Tiburón hasta aquí descritas se las aplica a otros competidores como por ejemplo, Subaru, usted tendría que hablar de 30 grandes, mientras que el Tiburon a todo dar y con las aletas desplegadas apenas roza los $20 mil. Aproveche ahora que quién sabe si eso cambiará en el futuro. No se aferre a la idea de que mañana tal vez pueda compran un Carcharodon Carchareas por el precio de una sardina. ¿No es acaso esa la misma historia del Impreza?