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Como en un ciclo perfecto: El embargo contra Cuba es legítimo... y por eso debe prevalecer. Casi 50 años después de su instauración, la prensa y personalidades políticas mundiales, y hasta los más respetados analistas, ignoran las razones originarias de la medida contra La Isla cuando la abordan o exigen su cese. Estas razones aún no ha desaparecido, y por eso, por eso, la restricción sigue siendo legítima...

(Al final del artículo dos links separados conducen al facsimil del documento íntegro del senador Richard Lugar, Changing Cuba Policy in the United States National Interest, y Kiss the Embargo Goodbye, del coronel Glenn Crowther, que exponen razones para el levantamiento del embargo o una dramática flexibilización de la medida. También aparece un link al discurso de nacionalización de propiedades norteamericanas en Cuba, pronunciado por Fidel Castro en 1960)

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA
que se transmite cada sábado de 12:00pm a 1:00pm ET
por WQBA 1140 AM, y de EL ATICO DE PEPE, de lunes a viernes
de 5:00pm a 7:00pm ET, por WAQI 710 AM,
en Miami, Florida, ambas emisoras de UNIVISION AMERICA

Posted on Feb. 28/2009
 
Toma chocolate... paga lo que debes.../De la canción "El Bodeguero", interpretada por la Orquesta Aragón.

El tema del embargo contra Cuba ha vuelto a cobrar notable protagonismo en la prensa y opinión pública mundiales, más marcadamente en Estados Unidos. Una convergencia de situaciones ha conducido a ello. A considerar, el arribo a la Casa Blanca de un presidente demócrata, el cincuentenario de la revolución castrista cubana con Raúl Castro ya oficialmente al frente de ella y la percepción que éste podría favorecer aperturas en La Isla, y la crisis económica mundial. Estos son algunos de los factores que animan un nuevo embate de una controversia que dura ya medio siglo. Es por eso que en el mes de febrero han visto la luz, con diferencia de días, dos documentos que si no recomiendan explícitamente la supresión del embargo, al menos sugieren un cambio sustancial en la política de Estados Unidos hacia Cuba. Estos dos documentos son: Kiss the Embargo Goodbye ("Digamos adiós al Embargo"), del coronel Glenn A. Crowther, del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI; Strategic Studies Institute), y Changing Cuba Policy in the United States National Interest ("Cambiando la Política hacia Cuba en el Interés Nacional de Estados Unidos"), del senador republicano por Indiana Richard Lugar, además jefe de la Oficina de Asuntos Internacionales del senado.

Ambos documentos, además de que por un lado o bien son ingenuos o tristemente insinceros, por otro caen, al igual que la opinión pública actual generalizada, en el inexplicable error de ignorar que las causas fundamentales del embargo no han desaparecido: la expropiación en 1960 de entidades y propiedades legítimamente establecidas en Cuba de ciudadanos norteamericanos por el gobierno de Fidel Castro SIN INDEMNIZACION a los afectados, y la actividad subversiva en la región de ese gobierno que, cita el acta, no coopera con el llamado sistema inter-americano de naciones que invoca la ley.

Hasta el día de redacción de este artículo, Cuba no ha pagado ni un centavo a los dueños de los negocios o entidades expropiados, ni ha renunciado a su papel de subvertir la región.

Historia y origen del embargo
En la noche del 6 de agosto de 1960, en discurso pronunciado desde la escalinata de Universidad de La Habana en la intersección de las calles L y San Lázaro, y que representó el acto de clausura del Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, Fidel Castro, Comandante en Jefe y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario —sus cargos oficiales entonces—, anunció la entrada en vigor de la Ley No. 851, rubricada exactamente un mes antes, que autorizaba al gobierno de La Isla a expropiar industrias y corporaciones comerciales de producción y servicios de gran escala, así como propiedades legalmente establecidas en Cuba, de ciudadanos norteamericanos.

El anodino presidente de Cuba, Dr. Osvaldo Dorticós Torrado, firma el 6 de julio de 1960 la Ley No. 851 de expropiación de propiedades norteamericanas legítimamente establecidas en territorio nacional de La Isla, ante la mirada atenta de Fidel Castro Ruz, a la sazón Primer Ministro del Gobierno Revolucionario Cubano.

 

La alocución, una de las más delirantes que integra hoy el enciclopédico por extensión compendio de las cataratas verbales de Castro, terminó con el dictador casi afónico, lo que no le impidió desgranar la lista de expropiaciones, al tiempo que cada vez que mencionaba una compañía intervenida, la muchedumbre enardecida que le escuchaba, vulgar e irónicamente, exclamaba "¡se ñamaba!", en vez de "¡se llamaba!".

La Central de Trabajadores dispuso una semana de “júbilo popular”, mientras que la fiebre anti-norteamericana fue protagonizada por miles de cubanos partidarios del régimen que efectuaron funerales simbólicos de las entidades "nacionalizadas" —como romáticamente se le llamaba a las víctimas de la acción—, al grito de “¡Cuba sí, yanquis no!”.

La Compañía Cubana de Electricidad fue intervenida para transformarse enseguida en una entidad ineficiente al pasar a manos del estado y convertirse en la "Empresa de los Apagones". En la imagen arriba a la izquierda, en la fachada del edificio, sobre el lumínico que la identificaba, fue desplegada una pancarta que celebraba la "nacionalización". La fotografía a la derecha mientras tanto, recoge el instante de la intervención de la TEXACO (las banderas de Estados Unidos a la entrada de las diversas compañías establecidas hasta entonces legalmente en Cuba y que de manera eficaz proveían servicios al país, fueron arriadas y en muchos casos destrozadas a continuación por furor popular inducido). Debajo, la Shell igualmente intervenida por los milicianos.
 

Aunque Castro comunicó a su audiencia que la ley contemplaba un plan de indemnización en 50 años, a pesar de ser éste absurdo y muy a su favor, Cuba no lo hizo.

Antes que finalizara 1960 y la Revolución arribara en enero del 61 a su segundo aniversario, fueron expropiados además todos los bancos norteamericanos, porque el 13 de octubre el Gobierno Revolucionario promulgó la Ley 891, declarando la intervención de la banca privada nacional y extranjera en territorio cubano —y luego vino el sorpresivo cambio del dinero el 5 de agosto del año siguiente—.

 
El Banco Nacional de Cuba estaba presidido por el tenebroso Comandante Ernesto Ché Guevara, quien había asumido esa responsabilidad el 26 de noviembre de 1959.
Pero la ola de robo estatizado se desbordó a otros sectores: perecieron además las compañías de caucho (por ejemplo, la Goodrich de Puentes Grandes, en Mariano, La Habana) y la cadena de supermercados Minimax.

De este modo, 382 empresas mayores establecidas en el país, y el 80% de la capacidad industrial, pasaron al control del estado.

Los ciudadanos norteamericanos afectados por el anuncio del vociferante discurso de Castro, solicitaron pues auxilio al gobierno de Estados Unidos, entonces conducido por Dwight Eisenhower, republicano, que por ello emitió algunas sanciones contra Cuba.

Eisenhower, que es el primer presidente norteamericano al que le tocó lidiar con un Castro en el poder que desde muy temprano comenzó a dar muestras de radicalización y de sus intenciones de "chocar" con los Estados Unidos, dicta en en septiembre del 60 en respuesta al desmán del caudillo el cierre de las operaciones de la planta norteamericana de níquel en Nicaro, más tarde prohíbe la exportación de bienes a Cuba (con la excepción de alimentos y medicinas), y luego la suspensión temporal de la llamada cuota azucarera, una cantidad de toneladas del dulce producido en La Isla, que siempre tuvo como destino el mercado norteamericano. Pero esto todavía no es el embargo, al menos no oficialmente...

En 1961 John F. Kennedy asume la presidencia de los EEUU y hereda de Eisenhower the Cuban issue. Kennedy, en diversas fechas, a tenor de la circunstancia, comienza a ampliar las sanciones de corte económico —y político— a Cuba en el afán de hacerla reconsiderar sus expropiaciones. Hasta que el 3 de febrero de 1962, la orden ejecutiva No. 3447 del presidente norteamericano de turno, se considera como el establecimiento oficial del Embargo Comercial, Económico y Financiero a Cuba, más conocido popularmente como "bloqueo".

 

Su intención era clausurar todo intercambio económico con la vecina isla comunista, o sea, prohibir vender mercancía norteamericana a Cuba, y a Cuba comprarle mercancía cubana.

Cumpliendo lo encomendado por el Congreso de los Estados Unidos, al amparo de la Sección 620Aa de la Ley de Ayuda Extranjera, de septiembre de 1961, se declaró el embargo total contra Cuba a partir de las 12:01 AM del 7 de febrero de 1962. Mas hay que recordar también que alrededor de ese día, antes y después, como el 3 de enero de 1961 (la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países), el 24 de marzo y el 5 de agosto de 1962, y una fecha en julio y otra mayo de 1964, que representaron la ejecución de otras medidas de carácter político o económico, a menudo son señaladas como las de la instauración del embargo según algunas fuentes o analistas.

Antes de continuar, hay que puntualizar que lo que en leyes se conoce como "embargo", más que una medida punitiva es la forma judicial de retener bienes para asegurar el cumplimiento de una obligación contraída legítimamente. Y puede ser también una medida precautoria de carácter patrimonial autorizada por juez o tribunal o autoridad competente, con igual propósito de hacer cumplir por el deudor sus compromisos con sus acreedores. Es, en su modo y explicación más simple, lo que hace una entidad bancaria cuando congela o reduce los fondos de una tarjeta de crédito al titular moroso en los pagos a plazo. Por tanto, desde el más estricto enfoque legal, como lo que desencadena la ley es la expropiación sin compensación del gobierno cubano a sus dueños el embargo a Cuba, como reza el titular de este artículo, es LEGÍTIMO.

Tampoco es extraterritorial como cacarea Cuba; toda nación tiene el derecho de elegir sus mercados, lo mismo hacia que desde él, y comerciar con quién o no según sus intereses. Además, la ley del embargo tiene antecedentes: El Acta de Comercio con el Enemigo (TWEA, por sus siglas en inglés), fue promulgada como medida de guerra en 1917 para restringir el comercio con naciones consideradas hostiles, y se expandió su aplicación con posterioridad, para autorizar a la administración vigente la regulación de transacciones de propiedad que involucraran en un país extranjero a alguno de sus nacionales, tanto en tiempo de guerra como durante cualquier otro período de emergencia nacional declarado excepcionalmente por el Presidente.

Los críticos de la ley señalan hoy que en el cuerpo de la ley no se alude —y es verdad— a la defensa de los empresarios norteamericanos afectados por las intervenciones cubanas como su leitmotif, sino a la alineación de Cuba con el bloque soviético y su incompatibilidad con los intereses y objetivos regionales como las razones fundamentales para no tener intercambio mercantil mutuo. Esto, según la era, deviene argumento cuasi ideológico, y convierte pues a la Ley del Embargo contra Cuba —a pesar de que incluye la frase Todo Comercio en su titular—, en una pieza política y todo un documento de época de la Guerra Fría en pleno apogeo. Invocando la seguridad nacional, la ley propone el aislamiento de Cuba. Pero precisamente esta razón, la de corte puramente político, aún en el presente, valida y justifica el sostenimiento del embargo al país; en la actualidad Cuba integra la lista del Departamento de Estado de las naciones que patrocinan algún modo de terrorismo. Y la respuesta la dio la propia Cuba inmediatamente al desatar la Crisis de los Cohetes en el otoño de 1962, lo cual obligó a Kennedy a volver sobre las sanciones y firmar el 23 de octubre de ese año una cuarentena de venta de armas al país.

No se debe olvidar que la fecha del enforzamiento del embargo es una más en un convulso caldo de ellas con grandes tensiones y preocupaciones por igual para el pueblo de Cuba que para la región y el mundo. Caen ahí en un período de apenas tres años desde el 1ro. de enero de 1959, el encarcelamiento y fusilamiento de los opositores al regimen dentro del país; la invasión de Bahía de Cochinos; la Crisis de los Misiles; el establecimiento de los comités de vigilancia a la ciudadanía; la creación de las UMAP que secuestró a los homosexuales y a los jóvenes creyentes, y la entrada en vigor de la cartilla de racionamiento.

Con la escalada de las tensiones entre Cuba y Estados Unidos dentro de un golden frame of Cold War y la gravitación del país caribeño a la esfera de influencia de la Unión Soviética, paso a paso desde entonces y hasta el 2003, el embargo fue agregando más restricciones paulatinamente, a tenor de las circunstancias. Tras la mencionada Crisis de los Misiles en octubre de 1962, Kennedy amplió el embargo en julio del 63 imponiendo restricciones de viaje a los ciudadanos norteamericanos y, bajo el Acta de Comercio con el Enemigo, los valores de Cuba en Estados Unidos fueron congelados. También, en 1979 fue activada el Acta de Administración de las Exportaciones (EAA, por sus siglas en inglés), como resultado de la revisión de los controles sobre las exportaciones, que otorgó al presidente —entonces lo era James Carter— la autoridad para controlar, en general, las exportaciones y reexportaciones de bienes y tecnología y, en particular, para restringir aquellas que contribuyeran al potencial militar de cualquier país, en detrimento de la seguridad nacional de los Estados Unidos. Esta ley pasaba diametralmente por Cuba, cuyo gobierno infiltró guerrillas en todos los continentes del llamado Tercer Mundo —con o sin el Ché Guevara como su embajador en la década de los 60—, y que para estas alturas ya estaba enfrascado a todo dar en la guerra de Angola (la presencia de las tropas cubanas allí arranca durante la presidencia de Gerald Ford). Pero como ésa fue una época en que Castro había puesto de lado su batalla por el levantamiento del embargo, esta legislación nunca fue mencionada en Cuba ni fue blanco de sus pataletas alebrestadoras.

En 1992, en la estela de la caída del Muro de Berlín, el embargo fue codificado y recibió un nuevo estimulante con la puesta en vigor del Acta para la Democracia en Cuba, conocida íntimamente como la Ley Torricelli, esto durante el gobierno de George H. Bush (Bush padre) y luego, para 1996, a regañadiendentes y suspendiendo alguna de sus provisiones más efectivas, Bill Clinton firmó el Acta de Solidaridad para la Libertad y Democracia en Cuba (o simplemente Ley Helms-Burton), tras el derribo de la avionetas de Hermanos al Rescate por parte de la Fuerza Aérea Cubana en aguas internacionales. Esta legislación encarna la primera vez que en realidad se hace algo verdaderamente moral y efectivo para intentar compensar —tardíamente tres decenios después—, a los damnificados de la expropiación de 1960. Bajo el término "traficar", el acta presume sanciones para quienes lucren con las propiedades originales robadas por el estado comunista cubano.

 

Pero desde el gobierno de Clinton comenzó una era de flexibilización del embargo que, aunque tímida pero sostenidamente, continuó remontando como tendencia y posteriormente durante los 8 años de George W. Bush se incrementó, al punto que hoy Estados Unidos es el séptimo exportador de productos a Cuba, sobre todo agrícolas en la categoría de alimentos, para representar un 4.3% de las importaciones totales del país comunista.

Ficha de cambio
Es innegable que el embargo a Cuba, la restricción económica de un país a otro más larga de la historia contemporánea, también se ha empleado como ficha de negociación y como herramienta para promover cambios democráticos en el gobierno castrista o conseguir su desestabilizacion y eventual desaparición como resultado de la medida. Pero ése NO es su propósito primordial. No sería ético eliminar el embargo sin que Cuba haya pagado al menos el valor de época —risible para las cifras de hoy— a los propietarios originales o sus herederos, sin contar siquiera las penalidades acumuladas con que se castiga a todo deudor tardío que incurre en impuntualidades o ausencia total de pago. Tampoco es moral ni saludable que se levante el embargo unilateralmente y sin condiciones sin que Cuba haya dado el más mínimo indicio de poner de lado su vocación terrorista, o de democratizarse para que vuelva al círculo hemisférico de los gobiernos legalmente electos. Por tanto el embargo comercial de Estados Unidos a Cuba —insistimos— continúa siendo legítimo en pleno siglo XXI, y no debe vérsele equivocadamente como ingerencista tal cual hacen en los foros internacionales los cabilderos de su impugnación. Cada país, repetimos, tiene derecho a proteger sus intereses o a obtener una compensación cuando contra él otro país comete un acto lesivo a sus presupuestos o integridad, por demás de infundada legalidad como lo fue la ley cubana de expropiaciones.

Es pues un disparate considerar al embargo de Estados Unidos contra Cuba exclusivamente como una herramienta para provocar cambios en el gobierno de los Castro, y mucho menos para castigar un pueblo o rendirlo por hambre como reza la propaganda castrista que sale de La Isla y que fuera de ella aceitan y diseminan sus acólitos. La frase tan común en nuestros días de "el bloqueo ha fracasado", encierra imprecisión. El embargo de Estados Unidos a Cuba originalmente tiene un espíritu totalmente diferente del que el mundo impuso a Sudáfrica para que cesara el apartheid.

La rebelión por contraste social es pura fantasía
La idea de que la exposición al comercio y al mundo libre de las sociedades tiranizadas generan cambios democráticos en ellas era un axioma irrebatible hasta que China demostró lo contrario. Hoy ya sabemos que tal no era siquiera una teoría, sino una hipótesis, por demás de resultados totalmente diferentes de lo que se creía. Cuba certifica esa irrazonable realidad. Aunque en menor escala que la del gigante asiático, la presencia del capitalismo con la anuencia del estado castrista es patente en la escena del país desde hace más de 10 años, y en los últimos tiempos los cubanos han estado expuestos a millones de turistas que vacacionan allí... y nada ha pasado. Cuba comercia con el resto del llamado mundo capitalista de Europa, América, Asia y todo confín, y en la nación se asientan miles de negocios y entidades comerciales de una diversidad de ramos y países. Los afortunados ciudadanos cubanos que han logrado conseguir un empleo en esas compañías, comparados con el habitante que no, son unos privilegiados fulgurantes aún si explotados por una doble patronal: la gubernamental cubana y la extranjera. En un país que por casi tres décadas preconizó como esencia la igualdad ciudadana y a su manera la ejerció, ahora y desde los 90 los cubanos de barriada han dejado de ser "todos iguales". Y esto nos conduce a otro punto importante: que los defensores del levantamiento del embargo están convencidos que por contraste psico-sociológico una vez eliminada la restricción, el pueblo de Cuba va a reaccionar, y eso es otro error inconmensurable. Tristemente, el pueblo de Cuba ya no reaccionará a contraste alguno después de medio siglo de pasteurización emocional. La lista de "contrastes" que terminaron siendo inocuos es enorme y de ellos podemos recordar los siguientes: En los años 60, cuando los cubanos de vocación democrática se tuvieron que disipar en exilio, las autoridades comunistas aseguraron que éstos nunca volverían; después, por conveniencia económica y política, el propio gobierno les permitió regresar en 1979 y les alabó y protegió. La gente de "la comunidad" —como se les llamaba allá—, calzaron y vistieron con brillos de contemporaneidad a sus familiares, también desafectos de la Revolución pero que quedaron varados en el país, mientras que los fieles defensores de la Revolución veían con desconsuelo —y claro que con la rabia y envidia del traicionado—, cómo eran reducidos a la desolada austeridad estalinista, mientras los "gusanos", inmerecedores de tan grande premio, se paseaban orondos ante sus narices ostentando veleidosos las galas de "la yuma" y disfrutaban de sus bienes de consumo.

Lo que por años fue un delito, intentar abandonar La Isla clandestinamente por vía marítima, Castro lo legalizó en 1994. Cuba entera vio desfilar a los balseros y sus precarias embarcaciones por las calles de toda ciudad cubana hasta llegar a la costa donde echar sus balsas al mar.
 

Desde el principio mismo de la revolución, miles de cubanos fueron encarcelados y muchos de ellos hundidos en el mar cuando eran sorprendidos por los guardacostas del régimen en el intento de escapar de La Isla ilegalmente... para que luego, en 1994, ¡Castro personalmente autorizara la legalización de los balseros!

Lo mismo pasó con el dólar, cuya tenencia era severamente punible por la ley; también en 1994, el gobierno comunista tuvo que poner en libertad a cientos de ciudadanos anteriormente encarcelados por traficar con dólares cuando la "moneda del enemigo" fue de curso legal en el país y entonces esas condenas tuvieron que ser abolidas por corresponder a un delito súbitamente extinto.

Y, en la arena internacional, por medio siglo en una orweliana interpretación tropical de "1984", Cuba ha sido amiga y enemiga de China (cuando el país asiático abastecía de pertrechos militares a la UNITA de Holden Roberto que se oponía al MPLA de Agostino Neto durante la guerra de Angola a mediados de los 70), y protagonizó ciclos de adhesión-disención con la Unión Soviética y con algunos países del otrora "campo socialista" como Hungría y Checoslovaquia a finales de los 80. Y, ¡oh!, todavía hay quien cree en la reacción por contraste...

Que el embargo es una excusa no es pues precisamente una buena excusa para levantarlo.
Del mismo modo que los que creen que el propósito del embargo es únicamente modificar a Cuba comunista y aseguran erradamente que su mantenimiento ha fracasado y que no ha traído cambio alguno a lo largo de 50 años, no existe tampoco ninguna razón concreta que demuestre que su cancelación va a producir en contrapartida la añorada metamórfosis. En primer lugar hay que recordar que aún eliminado el embargo, ni Estados Unidos ni el mundo entero podrán volcarse a Cuba de sopetón como piensan estos ilusos. Una vez levantado el telón, el gobierno cubano pondrá una barrera bien custodiada que alzará sólo a las inversiones de su conveniencia. Es lo que ha estado pasando en la última década. Las licitaciones de la industria hotelera mundial —por sólo mencionar un giro—, que tienen interés en inventir en Cuba son centenarias cada año; pero Cuba limita y sólo elige las de su gusto. No habrá un festinado tobogán a la inversión mundial y de Estados Unidos una vez eliminado el bloqueo... sólo un embudo en manos de Raúl Castro o de los herederos del sistema, para escoger las inversiones a cuentagotas al modo como salen en la lotería las bolas ganadoras, en número limitado de ellas...

Claro que llevan razón quienes afirman que el embargo fue la excusa de Fidel Castro —y quizás ahora lo es de su hermano Raúl—, para convencer al mundo de la inhumanidad de la medida y para presentarla como la causa de los males del pueblo cubano y una reliquia injustificable de una era desaparecida. Es cierto que en el pasado el dictador, hoy moribundo, cada vez que se perfilaba en el horizonte un intento de acercamiento de Estados Unidos y de levantamiento o relajación del embargo, lo saboteó para mantener su imagen de víctima, y permanecer aislado, dos ingredientes capitales de su receta para sostener su proyecto político. Pero si se hubiese levantado el embargo en tiempos de Fidel éste, como gran sofista que era, habría inventado alguna otra excusa lastimera, como las altas tasas de interés o el intercambio económico desigual para quejarse y justificar el bajo nivel de vida los cubanos ya sin bloqueo. De modo que ceder al argumento de que es necesario eliminar el embargo so pretexto del pretexto, tiene pies de barros. Y también es irrazonable e inmoral. Tan irrazonable como echarle cobayas a la serpiente pitón del zoológico tan sólo para demostrar que ésta las triturará para luego devorarlas, o tan inmoral que la comunidad internacional hubiese tolerado los atropellos del viejo regimen sudafricano para tan sólo para demostrar que el apartheid era racista. La responsabilidad de todo ciudadano decente del mundo es convencer a los demás de la verdad de que las agonías del pueblo cubano no provienen del bloqueo, sino del ejercicio de una dictadura.

Por otro lado, levantar el bloqueo unilateralmente sin que Cuba haga concesiones —y, no nos engañemos, que esta es la tónica actual—, permitiría a un estado rutinariamente malapaga endeudar perspectivamente más a un país cuyos acreedores históricos y los recientes no han tenido la valentía de exigirle responsabilidad a sus compromisos tributarios, pero que sí lo harían a una eventual y emergente república democrática postcastrista.

El embargo, gracias a la gestión de los congresistas cubano-americanos militantemente anticastristas —lo mismo republicanos que demócratas— y que tienen una diáfana idea de lo peligroso que sería clausurarlo, fue codificado. Por fortuna, eso alteró su naturaleza de ordenanza presidencial y por tanto de fácil e instantánea remoción. Ahora para hacerlo hay que transitar el debate y la votación. También, antes de liberar el bloqueo —acción que contempla un tránsito más expedito de ciudadanos norteamericanos a la Perla del Caribe—, Cuba tiene que ser removida de la lista de países patrocinadores de terrorismo.

Pero esto no significa tampoco una victoria absoluta y mucho menos perenne. Desde hace más de 10 años al embargo, por presión del cabildeo y de contribuyentes partidarios de su abolición, le han estado minando sus cimientos y fabricando un bypass aquí y otro allá, además de la habilidosa circunvalación que le han hecho los propios castristas desde tiempo atrás.

Para la gente de buena voluntad en el mundo que noblemente compra los argumentos de los que de mala fe exigen el levantamiento del embargo, la restricción es a todas luces inhumana porque más que al gobierno comunista, castiga al sufrido pueblo cubano. Razonable, ¿no es cierto? Empero, las privaciones que padecen los cubanos no son consecuencia de un embargo que ya dura medio siglo, sino que emanan directamente de la naturaleza malvada y sociópata del dictador más perfecto del mundo porque desprecia a su pueblo y lo tiene sometido, como un maestra desalmada y regañona, a una larga penitencia sin que se haya portado mal. Cuba, aún en la época de prosperidad económica y existencial de los países del llamado campo socialista, era considerada por éstos el 'patito feo' del comunismo. Rumania tuvo cartilla de racionamiento por 16 años. La de Cuba prevalece y es tan severa que merece entrar en el Libro de Récords Guinness y, para colmo, es llamada cínica e eufemísticamente "Libreta de Abastecimientos". Como una serpiente que se muerde su cola, las raciones de este documento de control ciudadano cada vez se hacían más magras.

Para 1979, cuando la Revolución de Fidel cumplió 20 años en el poder, Cuba podría haber disfrutado de la misma bonanza de consumo de Polonia, o Hungría, o Checoslovaquia, o cualquier otro país de la llamada en términos geopolíticos Europa del Este, porque el estipendio soviético y su integración al CAME habrían permitido a la ciudadanía cubana vivir más holgadamente. Castro pudo inundar La Isla de los deficientes y tecnológicamente atrasados productos de aquellos países —especialmente de la URSS—, y sin embargo no lo hizo. Los millones de toneladas de petróleo que a precio de subsidio Brezhnev garantizó por años a Cuba suplía perfectamente las necesidades de transporte ciudadano del país y la generación de energía, y a pesar de ello Castro suprimió el mercado automotriz desde 1959 e hizo del país uno más apto par murciélagos que para seres humanos a causa de las tinieblas de los insufribles apagones cíclicos nocturnos y los cortes de corriente aún diurnos.

Por otro lado, el resto de los países capitalistas del mundo no embargaban a Cuba. Y además, previamente, los precios más altos de la historia de tasa de azúcar mundial —más de 80 centavos la libra— tuvieron lugar finales de los 60 y principios de los 70 con lo que Cuba, la azucarera del planeta, habría vivido una segunda "danza de los millones", y empero 1970 —el año de "Los 10 Millones de Toneladas de Azúcar"*—, fue económicamente el de la "barbarie" en el país.

La paupérrima situación económica de Cuba no es pues imputable al embargo.

Cuba, en tanto que entidad comunista, no es distinta como país a los que estuvieron bajo la sombrilla soviética. El comunismo empobrece a las naciones que lo han padecido porque el estado es ineficiente. El comunismo defenestra la propiedad privada y prohíbe ya por decreto ya por coacción la iniciativa y enriquecimiento ciudadanos. Lo que pasó en la Unión Soviética —y póngale un papel carbón a Polonia, Checolosvaquia, Hungría, etc., hasta llegar a Cuba—, y nos referimos al atraso tecnológico y la irrentabilidad de la producción por mencionar dos características endémicas del comunismo, también integran el desastroso prontuario económico de La Isla bajo la "economía socialista". Las dos Alemanias son un claro ejemplo de eso: en la capitalista se hacían los mejores autos del mundo; en la comunista, el peor. Y todavía tenemos el caso de las dos Coreas. Por eso es inmoral achacarle sus carencias a la imposibilidad de comerciar con su vecino mayor.

Incluso la agricultura, la más genuinamente cubana, ha sido arrasada, y también otros consumos tradicionales.
El comunismo caribeño de Cuba arruinó su agricultura. Para los años 60, el mango, la guanábana, el mamey y el anón, por siempre populares y asequibles y de tradicional consumo en La Isla, fueron a parar bajo el control de una empresa de nombre alucinante: "Frutas Selectas". Nunca más se vieron en los puestos de frutas. Los cubanos comenzaron a comer pescados "exóticos" atrapados por la Flota Cubana de Pesca frente a las costas de Africa, mientras que los barrioteros pargo, cherna y rabirrubia desaparecieron de la mesa de las familias y se volvieron manjares de ensoñación. Existía otra empresa llamada el "Plan Porcino" —cuyos camiones, que transportaban desechos de comida para la ceba de los cochinos, eran odiados porque al paso dejaban tras de sí un hedor intolerable—, y sin embargo la carne de cerdo estaba prohibida por el gobierno. Es totalmente absurdo pues culpar al embargo de la abolición de tres íconos históricos de la dieta cubana, como un parguito frito, un batido de papaya o un pan con lechón... Póngasele el mismo fatídico papel carbón al azúcar; en Cuba hasta se extinguió el guarapo. Y qué decir de tomarse una buena taza de café o fumarse un puro de calidad en la tabacalera de la Vía Láctea: simplemente se trata de cosas imposibles de hacer.

Aislamiento VS acercamiento
Es un hecho que las tiranías, especialmente las del corte de la castrista, son más saludables en el ostracismo y que por eso lo procuran y preconizan. Su hermetismo es para éstas, sinónimo de fortaleza y durabilidad. Muchos expertos en política y en el tema cubano aseguran que Castro, del embargo, sólo usa el pretexto, pero que en realidad, hablando llanamente, no quiere que se lo quiten, porque le garantiza un necesario sofisma para sus proyecciones y apologías, y para jugar el plañidero papel de víctima. Así, cada vez que desde la orilla ajena se produce un amago de beso redentor siquiera, Castro riposta con un manotazo.

Se pueden citar, de verdad, como una evidencia de tal, más de un episodio de atrincheramiento de Castro ante cada intento apenas de roce. Uno de estos, el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate el 24 de febrero de 1996, con lo que mató dos pájaros de un tiro. El crimen ocurrió vísperas del —preocupante para el estalinista establishment tropical— establecimiento de Concilio Cubano, una sombrilla aglutinadora de las más importantes organizaciones de opositores y disidentes de la ilegal sociedad civil en Cuba, que pudo tener la fuerza que el Sindicadto Solidaridad de Lech Walesa en la rebelde Polonia de 1982, lo que significó la simiente del ulterior desplome del comunismo europeo antes que terminase esa década. También, el intento de acercamiento de Bill Clinton, patente en aquel encuentro secreto —que gracias a chismes de estado dejó de serlo—, del presidente norteamericano con notables de la sociedad intelectual regional con influencia política, entre los que estuvieron los escritores Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez; este último fue el mensajero al Comandante en Jefe de la frase de Clinton de, "dígale a Castro que confíe en mí".

¿Y qué vino después? Pues: ¡¡¡le dimos, cojoneeeeeeees... le dimos!!!

No es cierto que los intentos de acercamiento de EEUU no sólo con Castro o con los adversarios rojos desde 1945 hasta el presente son patrimonio exclusivo de administraciones demócratas, o de personalidades políticas de esa alineación (como McGovern en 1972, con Cuba). No. Ahí está el caso de Richard Nixon en su coqueteo con el "tigre de papel", durante su primer término, en que se acercó a China comunista en una época en que incluso el propio Mao, senil, ya estaba chocho, pero aún así era el tótem ideológico del gigante proletario asiático. Y en 1975, Gerald Ford, republicano, sustituto en la presidencia tras la renuncia de Nixon por el escándalo de Watergate, intentó lo mismo. Y, ¡zas!, otra bofetada de Castro...

De ese deseo de acercamiento, el pueblo cubano, excepto aquella parte de la ciudadanía que a escondidas sintonizaba la Voz de América, no supo nada, porque oficial y/o públicamente nunca se asumió en La Isla el hecho como noticia. Coincide con ese instante —¿casualidad o causalidad?—, la entrada de Cuba en su primera guerra grande de expansión, al mejor estilo de una potencia mundial: la de Angola.

Inicialmente un perturbador rumor en la población, el gobierno cubano negó su presencia en África, pero luego la admitió y la justificó con una bien sazonada ola de propaganda patriotera de corte pseudohumanista bajo el concepto de deuda, de compromiso moral con las víctimas de los grandes poderes imperiales (cuando en realidad éstos terminan con la Primera Guerra Mundial).

La incursión africana castrista fue una alarmante elevación del índice de agresividad de La Habana en términos de expansión territorial e influencia ideológica, acaso como peón de Moscú, que ni Washington pudo predecir. Inmediatamente esto fue etiquetado como política de estado bajo el nombre de Internacionalismo Proletario, y más tarde institucionalizado en la Constitución de 1976, como uno de sus primeros estatutos. Entonces Ford reacciona, le da una vuelta atrás a la manivela del puente levadizo, y condiciona el levantamiento del embargo a la retirada de Cuba de África (esta línea la heredó y la continuó a sugerencia de sus asesores James Carter. ¿Y qué hizo Cuba? Pues acentuar su presencia militar en África, con una ampliación en Ogadén).

En la nublada mañana del 22 de diciembre de 1975, en "el acto de masas" frente a la Plaza de la Revolución para su discurso con motivo de la clausura del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, inaugurado el 17 de ese mismo mes en el teatro Karl Marx en Miramar (antiguo Blanquita, remozado y rebautizado por segunda vez en su historia para el evento), Castro le pegó públicamente una patada al puentecillo lanzado por Ford, que incluía levantar el embargo. Fue ahí que los cubanos en general se enteraron de la profundidad de la presencia de Cuba en Angola y sus planes irrenunciables de continuación y agudización, y también que, ¿eh, Estados Unidos intentó una reconciliación?

Muchos cubanos que entonces vivían allá, lo mismo partidarios de la Revolución que no, recibieron (¡¡¡¿?!!!) perplejos y con desconcierto la negativa. En ese año todavía el país estaba desolado económicamente, y se proyectaban aún un quinquenio después, las sombras de las angustiantes escaceses del año 1970 tras la campaña del Orate en Jefe de la zafra más grande de la historia de la nación, que dejó a sus arcas y tangibles en ruinas. ¿Cómo podría pues, rechazarse la voluntad "del otro lado" de abolición de lo que según el propio gobierno era motivo de las privaciones del pueblo?

Por supuesto que Castro no fue diáfano en la explicación de este ademán de acercamiento norteamericano; había que leer o, mejor dicho, escuchar entre líneas. Basten a continuación estos extractos del discurso de marras que, según la perspectiva fidelista, explican el portazo del ofendido:

Y ahora dicen que se cancelan las posibilidades de las mejorías de relaciones. ¿A estas horas? ¿Después que lo cancelaron todo y ya no les queda nada por cancelar?

Al principio bastante que fastidiaron con sus cancelaciones, cuando todos los equipos, todas las fábricas, todos los transportes eran yankis, y nos cancelaron las piezas de repuesto; pero cuando ya por suerte —¡por suerte!— no dependemos de ellos para nada, ni en el comercio, ni en los abastecimientos ni en nada, si ya salimos victoriosos, ahora, después de la victoria, ¿con qué nos pueden amenazar? ¿Con cancelar qué cosa que no hayan cancelado inútilmente antes? (APLAUSOS)

Con la solidez de la Revolución, con el desarrollo de nuestras relaciones con todo el mundo, con nuestros sólidos vínculos con el CAME y con la Unión Soviética, garantizado en este país el combustible (APLAUSOS), garantizados en este país el trigo, los alimentos, los equipos, las inversiones industriales, ¿con qué nos pueden amenazar los imperialistas? ¿Qué nos pueden quitar que no nos hayan quitado? ¡Nada!

Este último párrafo —y también la oración final del anterior— conduce a preguntarse pues por qué entonces Cuba sufría tantas limitaciones materiales si como admite el mismo Castro, la Unión Soviética era el proveedor paternal y dedicado al rescate de la Revolución y, además, ahí estaba el resto del mundo para comerciar libremente con él. Igualmente, aflora la pregunta de, ¿por qué se exigía entonces el fin del embargo y lo culpaban de las privaciones de los cubanos? Y continúa Castro:

¡¿A qué viene ahora amenazarnos, o pretender que nosotros volvamos a ser un sumiso lacayo del imperialismo yanki?!: (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¡¿Que nosotros seamos unos traidores a la causa del internacionalismo proletario?! (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¡No! ¡Jamás! Porque sin internacionalismo proletario no habría existido la Revolución Cubana (APLAUSOS), y sin internacionalismo proletario habríamos dejado de ser revolucionarios.

A continuación Castro se aparta momentáneamente de las exigencias de Estados Unidos, para profundizar en el asunto de Angola:

Y ahora la manzana de la discordia es Angola. Los imperialistas pretenden prohibirnos que ayudemos a nuestros hermanos angolanos. Pero debemos decirles a los yankis que no se olviden que nosotros no sólo somos un país latinoamericano, sino que somos también un país latinoafricano (APLAUSOS PROLONGADOS). La sangre de África corre abundante por nuestras venas (APLAUSOS). Y de África, como esclavos, vinieron muchos de nuestros antecesores a esta tierra. Y mucho que lucharon los esclavos, y mucho que combatieron en el Ejército Libertador de nuestra patria. ¡Somos hermanos de los africanos y por los africanos estamos dispuestos a luchar! (APLAUSOS).

Los fascistas y racistas de África del Sur, y el imperialismo yanki, sin escrúpulos de ninguna índole, lanzaron las tropas mercenarias de África del Sur para aplastar la independencia de Angola, y se indigna de que nosotros apoyemos a Angola, se indigna de que nosotros apoyemos al África, se indigna de que nosotros defendamos al África. ¡Por los deberes que establecen nuestros principios, nuestra ideología, nuestras convicciones y nuestra propia sangre, defenderemos a Angola y defenderemos al África! (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Cuba, Angola, unidos vencerán!")

Poco más adelante, Castro regresa al tema hasta entonces inédito del acercamiento, que rechaza al revelar que Estados Unidos ha dado un paso atrás por el asunto angolano:

Y Ford [el presidente norteamericano Gerald Ford] protesta, y Ford amenaza; o no amenaza; dice que se cancelan las hipotéticas y abstractas posibilidades de un mejoramiento de relaciones...

Y entonces es que, habiendo mencionado un "mejoramiento de relaciones", cosa que hace pensar sólo en limitarse exclusivamente a los fríos canales diplomáticos —en esta época no existían todavía las mutuas Oficinas de Intereses—, sin decir que la administración norteamericana de turno contempló el levantamiento del embargo, ello queda implícito al pronunciar —para sorpresa de los cubanos— el verbo comprar, y el calificativo peyorativo de "bisutería" con que denigró a los productos americanos:

¿Qué se creen los imperialistas? ¿Que porque estamos interesados en el progreso social, en el progreso económico, nos vamos a vender porque nos compren un poco de azúcar y comprarles a ellos un poco de bisutería? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¡No! Se equivocan. Y lo hemos planteado: aún cuando las relaciones económicas con Estados Unidos puedan ser útiles a nuestro país, esas relaciones no se restablecerán jamás si es a base de renunciar a un átomo de nuestros principios (APLAUSOS). Y creemos que en eso está de acuerdo nuestro pueblo entero (EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!"). Y está de acuerdo no sólo la presente generación, sino incluso las generaciones venideras.

El Senador republicano por Indiana Richard Lugar, acaba de presentar una propuesta de modificación de la política de Estados Unidos hacia a Cuba, en la cual la eliminación del embargo o una gran flexibilización de éste es asunto capital.
 

Las recientes andanadas anti-embargo
Las consideraciones de Lugar y Crowther, aparentemente objetivas, pueden ser naive, y preferimos pensar así para no decir que son hipócritas. Cuesta trabajo creer que personalidades tan prominentes, inteligentes y cuya capacidad de análisis rebase la del ser común —y no nos referimos únicamente a los patrocinadores de este par de estudios—, se manifiesten tan ciegas a realidades palpables, y que se nieguen a escuchar consejos bien fundados. Se hace duro creer que las razones de Lugar sean francas y genuinas cuando es fácil suponer que, alejadas de la ética, lo que resiente es que Estados Unidos se está quedando fuera de la feria de comercio a precio de garage sale que se desarrolla en Cuba y de la que participan ya asociados europeos, mientras aquí se ve con desencanto que vamos a llegar tarde a la fiesta de repartición. Quedarse fuera no es pragmático, no lo vamos a negar. Pero el pragmatismo es uno de los rasgos más caraterísticos del proceder del miserable de espíritu.

El informe de Lugar, nacido del análisis de dos observadores que él enviara a Cuba, pronostica que tras la muerte de Fidel Castro el país sería gobernado por facciones del actual régimen. En el primer párrafo de las conclusiones de su propuesta de cambio hay una explicación que parece arrancada de la defensa que los personeros del gobierno castrista leen en la Comisión Internacional de los Derechos Humanos en Ginebra cada vez que Cuba es sentada en el banquillo de los acusados allí. Transcribimos:

Cuba es importante para los Estados Unidos por su proximidad, por su historia mutuamente imbricada y cultura. Cuba es importante en Latinoamérica por representar el símbolo romántico de un país pequeño que se enfrentó a la nación más poderosa del mundo. La Revolución Cubana legitimiza algunas de las pasiones que han alimentado a muchos latinoamericanos que sufren la desigualdad de su propias sociedades y por 50 años, con razón o sin ella, ha sido capaz de pintar una imagen de defensa por éstos, así como de los desposeídos alrededor del mundo.

¡Qué bello y conmovedor! ¿Quién escribió esto... la Madre Teresa, Randy Alonso o Felipe Pérez Roque?

Por otra parte, el informe de Crowther a menudo peca de la misma inocencia cuando dice que el desmantelamiento del embargo económico obligará al desvanecimiento del poder represivo de las autoridades cubanas so pena de quedar expuestas como hipócritas —como si les importara—. Además, este informe sugiere que comercialmente, entre otras cosas, Cuba sería un gran mercado para platos de televisión satelital. Crowther desconoce que la Policía local en todo vecindario en Cuba ordena bajar del techo de cada inquilino este dispositivo, considerado ilegal en un país en el cual también el acceso a la internet está prohibido.

El informe del coronel Glenn Crowther pinta al momento actual como el escenario óptimo para abolir el embargo.
 

Igualmente afirma que Raúl es más predecible que su errático hermano Fidel, y pide la reincorporación de Cuba al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo. Si Crowther se hubiese tomado el trabajo de hacer una llamada al Club de París para que desde allí le informaran a cuánto asciende la deuda externa del país acumulada por Castro, de seguro no se habría atrevido a pedir su acceso a las entidades financieras que sugirió. Pero, por si fuera poco, salta al terreno político y solicita eliminar la disposición de 1962 de la OEA que expulsó hasta el día de hoy a Cuba del seno de la organización.

¿Adónde se ha metido el raciocinio del mundo?

Muchos analistas opinan que Raúl Castro es un "elemento más estable" para propiciar un acercamiento que su moribundo hermano Fidel, siempre reacio a cualquier contacto que taladrara su aislamiento políticamente estratégico.
 

El embargo no es imposible de eliminar, pero tampoco es tan fácil de hacerlo. A pesar de Lugar y de los que piensan como él, filosófica e ideológicamente la mayoría de los republicanos en ambas cámaras no están dispuestos a ceder en este asunto y, además, los congresistas y senadores cubano-americanos, lo mismo demócratas que republicanos, comparten el parecer. Pero ya no está ahí George W. Bush que vetaba todo intento de acercamiento a Cuba.

Aunque el Presidente Obama y la Secretaria de Estado Hillary Clinton están dispuestos según prometieron en campaña a levantar las restricciones de viajes de cubanos exilados en Estados Unidos impuestas por el gobierno de Geroge W. Bush en el 2003, ambos se han pronunciado en contra de un levantamiento del embargo sin que Cuba protagonice los cambios exigidos, tales como la liberación de los prisioneros de conciencia, la ampliación de diversos partidos políticos —no sólo el comunista como es ahora— y las elecciones libres. Además, la Ley Torricelli, vigente, excluye —no lo olvidemos—,a Raúl de reconocimiento oficial como cabeza de gobierno o pieza de transición. 

El embargo debe seguir
Obama ha anunciado recientemente su voluntad de no sólo liberalizar los viajes de los cubano-americanos establecidos en Estados Unidos, sino de los ciudadanos norteamericanos en general, cosa prohibida desde 1963. Para esto, el nuevo Presidente de los Estados Unidos tendría que —como ya recordamos arriba—, remover a Cuba de la lista del Departamento de Estado de países que auspician el terrorismo.

Cuba sigue siendo refugio para los terroristas más connotados del mundo. Muchos prófugos de la justicia norteamericana viven allí, al igual que miembros de la ETA. Ojalá que la actual admistración no cometa el error de borrarla de la infame relación y santifique a un país que, por si fuera poco, conminó a Nikita Kruschev a dar el primer golpe nuclear contra Estados Unidos hace más de 40 años.

Los perniciosos mensajes de que Cuba ya no es una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos no es un argumento convincente y mucho menos definitivo por impronosticable, porque todo depende de cómo será la asociación de Raúl Castro con la Rusia de Putin en los próximos años, eso sin mencionar una probable triangulación Habana-Caracas-Teherán.

El Presidente de los Estados Unidos, cualquiera que sea, ya demócrata o republicano, tiene la potestad de restablecer relaciones diplomáticas totales con Cuba y, de producirse, eso sería un paso para la normalización de contacto entre ambos países, mientras significa un abominable olvido de la historia de los últimos 50 años.

Cuando la conveniencia se impone sobre la dignidad, ello es sinónimo de que le ética ha caducado. Y ese parece ser, tristemente, el signo de estos tiempos. Las esperanzas de reivindicación de los damnificados —o sus herederos— de la ley cubana de expropiaciones de hace 49 años, cada vez más se alejan y se alejan...

 
*La campaña de los "Los 10 Millones de Toneladas de Azúcar", fracasó. Sin embargo, se logró la cifra más alta de producción del dulce en la historia del país, que rebasó los 8 millones.
 

NOTA BENE: El autor de este artículo defendía el mantenimiento del embargo aún cuando vivía en Cuba, no sólo ahora desde las "complacencias materiales" del exilio.

 
APENDICES:
•Link to Richard Lugar's Changing Cuba Policy in the United States National Interest document.
•Link to Glenn Crowther's Kiss the Embargo Goodbye document.
•Link al discurso de nacionalización pronunciado por Fidel Castro en 1960
•Link al texto íntegro en inglés de la Ley de embargo contra Cuba firmada por Kennedy
 
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