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VW R32 2004...

...RRRRRRR!!!!

Le va mejor, más que la pelota de golf, la de jai-alai. Pero no es vasco, sino muy, muy alemán...

por PEPE FORTE/editor de i-Friedegg.

Imagine lo que podría lograr un coche pequeño de los que hay en el mercado, de los que normalmente apenas llegan a cilindradas de 2.0 litros, con un motor de 3.2 (como los a menudo presentes en minivans y hasta en SUV’s). Pero no sólo imagínelo, sino que délo por hecho, porque este motor integra un conjunto motriz vigoroso con alma para los circuitos de carrera en el nuevo Volkswagen R32. Y, por favor, no lo llame Golf, aunque ése sea quien le sirve de capullo, aún por encima del argumento de que el modesto hermano del 32 es un vehículo excelente. No lo haga, porque podría ofender. Sería como ver cual iguales a dos hombres menudos y de baja estatura… sólo que uno es anémico, mientras que el otro tiene el talento y el orgullo de ser jockey o campeón de natación. Esto es más o menos lo que pasa entre el Golf y el magnífico R32. Además, no ignore el precio en ventanilla del R32, que puede rebasar los $28 mil, y esto, sin duda, ya se propasa al Golf. La desacostumbrada designación de letra y número de Volkswagen para identificar a este coche responde al propósito de hacerlo lucir como lo que es: un soberano deportivo. Pero también para “casar” al número 32 con los 3,2 litros de cilindrada de su motor.

El motor del R es de 6 cilindros, especialmente fortalecido para devorar pies de asfalto tan rápido como los mejores bólidos. ¿Una exageración de VW? Tal vez, pues es uno de los dos motores que habitan en el flamante sedan de lujo Phaeton de la compañía alemana. De tal manera, este motor se desdobla en la personalidad dual de Dr. Jekill y Mr. Hyde (en el 32, hace de Mr. Hyde). Este motor, bajo el hood del R, RRRRRuge… En realidad, se trata de un rediseñado motor de 2.8 litros que ahora es capaz de desarrollar 241 caballos de fuerza y 236 libras/pies de torsión. El sistema de admisión fue también completamente rediseñado, y revisado el sistema de escape, todo lo cual redunda en más eficiencia y vigor. Las válvulas tienen compensación hidráulica, y cada cilindro, independientemente, tiene su propio control de ignición.

Una vez más, Volkswagen sorprende con su soluciones mecánicas. Algunas pruebas arrojan entre 6.3 y 6.5 segundos de 0 a 60 mph, lo que lo pone en la lista de rivales como el Subaru WRX (no el STi). No es demasiado, pero sí clasifica. El R32 cuenta con transmisión manual de 6 velocidades. De relación corta y con un paso de clutch breve para cambios más rápidos, no es sin embargo una transmisión “dura” de operar, como ocurre en otros vehículos de estas características. Personalmente, odio esos pedales de clutch que tras 30 minutos de operación uno se baja del auto con la pierna izquierda temblando como si se padeciera del Mal de Parkinson. Tienen su encanto para explotar el carro en una pista de carreras... pero para volver a casa después de 8 horas de trabajo en medio del tráfico biliar... na-ah-ah.

Es significativa también la cualidad four-wheel drive de esta transmisión. Al sistema 4Motion, que aplica potencia al tren delantero o trasero según se necesite, se suman (standard) frenos ABS y EBD (Electronic Brake Force Distribution) y ESP (Electronic Stability Program). Tales sistemas, combinados, proveen agarre de salamandra y gran estabilidad al coche. El agarre se siente real, no falso, acentuada su sensación por las magníficas butacas delanteras, (con cabezales integrados) que, literalmente, lo abrazan a uno, haciéndonos sentir seguros y coherentes con el coche e integrados a él en las curvas. No se debe obviar que las barras anti-volcadura también fueron sobredimensionadas.

El R32 importa la suspensión independiente del Audi TT, heredada, aunque muy mejorada de allá a acá, del VW Werk original. Absorbedores de vibración, hechos de caucho, suprimen bastante las trepidaciones, el ruido y los relieves del suelo, sin “desconectar” al conductor del terreno que pisa el coche.

El R32 viene dotado con aros de marca Aristo de 18″, de 15 brazos lisos, a través de los cuales se ven sus frenos de disco ventilados. Los neumáticos, de perfil bajo, son de alto performance.

Disponible (lógico, ¿no?) en sólo dos puertas, el R32 se levanta sobre la conocida plataforma MkIV de Volkswagen. La cabina es típica de VW (léase germánica).

Sin grandes despliegues, el interior es “seco” como un vino alemán, y por ello a salvo de soluciones de mal gusto. El panel central está verticalmente orientado hacia el conductor (lo cual ayuda), pero como ocurre en tantos Volkswagen de las últimas generaciones, siempre tengo dificultad para acceder a los controles del climatizador, ubicados muy abajo. Pero el terminado es preciso y con materiales de calidad, sazonado con algunos acentos en aluminio y el logo con la letra R [muy a lo seventy], por acá o por allá, detalles naturalmente ausentes en el Golf regular.

Las escotillas del aire acondicionado, divididas en pequeñas persianas paralelas, cierran completamente engrapando en los bordes y quedando al mismo nivel, con lo que si se decide cortar el flujo de aire, al hacerlo ofrecen un aspecto coherente a la consola. El climatizador es automático, el estéreo Monzón cuenta con 8 speakers de excelente sonido, y los limpiaparabrisas son sensibles a la lluvia.

El estilo exterior del auto es compacto, bien dibujado, y continúa como pionero de una forma imitada por el Honda Civic hatchback.

Carente de molduras y relieves, el R32 es monolítico visualmente… y físicamente: parece construido en una sola pieza no sólo por su diseño, sino porque no vibra por ningún lado. Ya que sus lámparas de Xenón no sobresalen de las líneas del coche, toda la probable decoración exterior se reduce a las grandes entradas en el bumper y el spoiler, y las pastillas de los frenos, que son azules. A diferencia de otros coches del estilo de los que hay en el mercado hoy, no tiene aspecto de aftermarket de fábrica, ni creo que admita agregados a menos que sus propietarios se decidan a hacerlo lucir mal.

El nombre Golf no aparece por ningún lado de su anatomía, sino sólo el cromado logo R32 en el grill, delante, y en la tercera puerta, detrás, a la izquierda del observador, haciéndole compañía al célebre logo de VW (al centro), aumentado de tamaño como ha hecho la compañía en los últimos años.

Considerado por el gusto “americano” justamente como un hatchback, a pesar de ello el R32 no produce náuseas al consumidor estadounidense. Un auto que Volkswagen titubeaba en traer a Norteamérica, y que concibió sólo para Europa, sin duda será bien recibido por el mercado de Estados Unidos. Volkswagen no podía darse el lujo de ignorar la competencia del Subaru WRX o del Mitsu Evo. El GTI no era suficiente, así como Mitsubishi tuvo que competir con su propio Lancer, y Subaru rebasarse a sí mismo con el STi.

El R32 no desencadena otra cosa que entusiasmo en quien lo mira o conduce. Volkswagen puede sentirse satisfecha como compañía de que los propietarios de sus coches se comportan como miembros de una cofradía. Se saludan entre ellos y se prodigan mutuamente cortesías de tráfico, acompañadas de sonrisas y de gestos de éxito, victoria o satisfacción, como los pulgares levantados, el círculo de índice y pulgar que significa OK, o simplemente la V de la victoria (peace and love, si usted es un ex-hippie nostálgico). Él R32 produce, además, vanidad y mucha, mucha adrenalina. Por eso estoy de acuerdo en ignorarle su apacible nombre de Golf. Si se trata de asociaciones con pelotas pequeñas, a este VW le resulta más apropiado el nombre de Jai-Alai…