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La CRISIS de TOYOTA
Un análisis sobre el recall del fabricante japonés relacionado con la aceleración súbita de algunos de sus vehículos. Por qué la compañía ha alcanzado este punto terrible. ¿Saldrá airosa de este trago amargo... o no volverá a ser Toyota nunca más?

por PEPE FORTE, editor del Canal de Autos de iFriedegg.com y conductor del programa radial AUTOMANÍA de WQBA 1140AM Univisión Radio. Miembro fundador de SAMA. Ilustración del autor

Posted on Feb.2/2010

Como en la pesadilla en la que los demonios que nos acosan emergen por segundos desde todos los rincones, Toyota se ha visto envuelta en un torbellino de recalls, a los que seguirles la cronología ya resulta tarea heroica. El último de ellos fue emitido podríamos decir —si exageramos un poco—, prácticamente a minutos del anterior. En éste, el fabricante tuvo que ensanchar su convocatoria precedente para incluir más años y modelos. Así, el crossover Highlander, afectado inicialmente sólo en su versión 2010, se expandía retrospectivamente hasta el 2008, al tiempo que el flamante Venza se lanzaba de cabeza desde el trampolín a la infamante nómina. Ahora son 9 los modelos afectados, con un asterisco para el Pontiac Vibe, que es la versión del Toyota Matrix bajo GM. Esta es una adición de 1.1 millones de unidades afectadas que se suman a las 2.3 anteriores y éstas a su vez, a las 3.8 originales del año pasado cuando ocurrió el incidente de las alfombras andarinas.

¿Qué le pasa a Toyota? ¿Sobrevivirá esta crisis? ¿Es este su Titanic o su 911? ¿Ha terminado ya el inventario de vehículos afectados o...?

El génesis de un quebranto
Todo comenzó justamente en el otoño del 2009 cuando un Lexus ES350, hípicamente hablando, salió desbocado en una autopista de San Diego, California, y mató a 4 ocupantes. En aquel instante Toyota reveló que la causa de la tragedia era la alfombra bajo el asiento del conductor que se dislocaba y terminaba atorando el pedal del acelerador. Entonces el fabricante japonés advirtió que la convocatoria a reparación no miraría más allá de ese horizonte. Sin embargo, la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), en su tradicional papel de fiscal contra las automotrices, sospechó que el asunto podría vincular al pedal del acelerador, su mecanismo, e incluso el sistema de ignición del auto —ya esto es electrónica—, y que no tenía que ser necesariamente nada más cosa de la díscola alfombrilla.

Una de las primeras soluciones fue acortar la longitud del pedal para que no quedara atascado en la alfombra en tanto llegaran los de factoría, más breves. Y también se habló del reemplazo de las alfombras, sobre las que se aconsejó que, por favor, hasta que arribaran las de distinto diseño, las ataran como a los locos con un cordón para prevenir su desprendimiento.

Primero, las alfombras carecían de identidad; luego se dijo que eran las tipo All-Weather, de caucho, que tienen una muesca que hace las veces de ratonera para el acelerador.

En un punto de la historia —y casi todavía hoy— estuvimos bajo la percepción de que Toyota estaba perdida y que en realidad no sabía a ciencia cierta dónde radicaba el problema. Esta duda se nos hizo certeza cuando hace unas semanas la compañía anunció la instalación de un software para prevenir la aceleración descontrolada en todos los modelos de Toyota, Lexus y Scion. El nuevo sistema, cuya instalación comenzaría en el primer mes del año, habría corregido todos los vehículos afectados a más tardar en diciembre —¡esto es mucho tiempo!—. El software desconectaría la aceleración del motor, bajándola a su ritmo normal (idle) al detectar que el conductor presiona el pedal de freno infructuosamente.

¿No es esto echar el sofá..?

Los autos afectados
En este llamado inicial que sí incluyó a Lexus, los autos a disciplinar fueron el Toyota Camry del 2007 al 2010; Toyota Avalon del 2005 al 2010; Toyota Prius del 2004 al 2009 —quedó fuera la más reciente edición de híbrido emblemático de la firma—; la Toyota Tacoma del 2005 al 2010; la Toyota Tundra del 2007 al 2010; el Lexus ES350 del 2007 al 2010; el Lexus IS250 del 2006 al 2010, y el Lexus IS350 del 2006 al 2010. En la segunda llamada —21 de enero de este año— los afectados son los Corollas, RAV4, Matrix y Pontiac Vibe del 2009 al 2010; el Avalon del 2005 al 2010 —este es el vehículo que envuelve el mayor número de años y que fue reclamado al banquillo de los acusados dos veces—, algunos modelos de Camry del 2007 al 2010; la Tundra del 2007 al 2010; el Sequoia del 2008 al 2010, y el Highlander del 2010.

Después de haber sido difundido este recall, tan sólo horas más tarde fue reabierta la convocatoria para incluir el flamante Toyota Venza y ensanchar el número de años del Highlander desde el 2008 al 2010. Sin embargo, en cuanto al agonizante Vibe —la versión del Matrix resultado de la hoy disuelta New United Motor Manufacturing Inc., o NUMMI— bajo GM, ésta sostiene que el vehículo es seguro de manejar.

No había habido quejas de la conducta inapropiada del acelerador del Vibe… hasta que Toyota hizo el recall. Mas no hay inventario de accidentes del coche relacionados con la falla del pedal del gas. General Motors dice que es a Toyota a quien corresponde la responsabilidad de la cita a reparación del propio Vibe, mientras que Toyota mantiene lo contrario.

“No tenemos relación de abastecimiento alguna con CTS”, ha manifestado Alan Adler, vocero de GM. Pero la marca recomienda a los conductores de este Pontiac que si sienten síntomas del problema, detengan el auto y que lo arrastren hasta un concesionario de la compañía. Hay 99,293 Vibes en Estados Unidos y Canadá.

Este último recall con apéndice, que excluye a Lexus, se debe a un defecto en el acelerador per se, que en un momento dado no regresa a su posición ociosa, o lo hace muy lentamente. El llamado afecta doblemente a algunos propietarios de Toyota —la situación del Avalon…—.

De modo que el agua llegó al cuello… Toyota decidió pues detener no sólo la producción de sus vehículos afectados, sino que ordenó parar las ventas. Eso fue el 26 de enero.

¿El malo de la película?
CTS Corp. es un fabricante de sistemas, mecanismos, dispositivos, componentes y electrónica que muchos medios señalan como originario de Canadá, pero cuya entidad en Indiana, Estados Unidos, ha sido abastecedora del malogrado acelerador de Toyota.

En un capítulo de esta telenovela, Toyota dijo que los pedales eran encargados a un ajeno, pero se reservó su identidad. Luego se supo que era CTS…

CTS no es proveedor exclusivo de este mecanismo de acelerador a Toyota. También lo suministra a Ford y a Honda, aunque en un número más pequeño para el último (Honda ha dicho que su pedales son más cortos y que no ve razón para detener la producción de sus vehículos. Ford empero sí paró el montaje del furgón Transit Classic en China, que lleva el mismo sistema que el de Toyota).

¿Es Toyota la fuente originaria del diseño fracasado que comisionó a CTS para su ejecución, o pidió Toyota a CTS que creara y ejecutara el sistema del acelerador? Las acusaciones mutuas entre una y otra entidad son sólo cuestión de tiempo para que la batalla de moños tirados dé inicio…

Mientras, Toyota está buscando afanosamente otro fabricante para el acelerador. Denso Corp., con base en Japón, podría ser un candidato, pero existe un obstáculo: la incompatibilidad entre Denso y CTS, que utilizan diferente cablería.

La afectación material y moral
Los recalls no son una extrañeza en el mundo automotor. Anualmente algunas marcas citan a reparaciones a los propietarios de automóviles de su firma porque descubrieron que los paneles interiores de las puertas se desprenden, porque un problema eléctrico enciende la radio del vehículo sin contar con la voluntad del conductor o porque la apertura remota de la tapa del baúl no opera. Este de Toyota es extraordinario por tres razones: una, porque el defecto a corregir puede ocasionar muertes o lesiones severas; dos, porque es enorme.. es el mayor que se recuerde en volumen de unidades en la historia del mercado automovilístico norteamericano y tres, porque contrasta con la proverbial calidad de años del fabricante japonés.

El alto en la producción y comercialización de vehículos en enero, le corta el paso a Toyota a ganancias equivalentes a unos $550 millones de dólares y la venta de unas 20,000 unidades ese mes, según calcula Bob Carter, ejecutivo de Toyota. Y aún falta un lado todavía más doloroso: Edmunds.com, estima que las acciones de Toyota en el mercado de valores caerán en enero a un 14.7%, el nivel más bajo en cuatro años, ya que en diciembre estaban en 18.2., al tiempo que Ford Motor y General Motors esperan incrementos de doble dígito.

Mucha gente mira el lado más visible del asunto: las ventas de autos nuevos. Pero esto también complica las de autos de uso. La National Auto Auction Association pidió a todos los concesionarios de coches de segunda mano que detuviesen la venta de los Toyotas involucrados en el defecto. Por su lado, Consumer Reports recomendó a los consumidores que se abstengan de comprar cualquiera de los productos Toyota envueltos en el recall mientras no se resuelva la situación.

Y tan preocupante como esto es la pérdida de imagen, el crédito, la reputación de compañía confiable, de calidad, de autos con altos índices de seguridad.

La agonía de Toyota es casi de corte existencial. Por los últimos 20 años sus más leales clientes han sido los baby-boomers norteamericanos que, decepcionados de la pobre actuación de los autos yanquis, se volvieron a los coches japoneses, particularmente Toyota y Honda. En el 2009, esta demográfica compró 356 mil Camrys, elevando de nuevo a la nada extraña categoría para este auto del Carro más Vendido en Estados Unidos. La Generación Y —y la X también— parece más entusiasta de los automóviles americanos que de los japoneses —irle a la contraria a mamá y a papá es cosa tan vieja como los tiempos de Tutankamen—.

Estas generaciones están particularmente fascinadas con Ford.

So, en medio de ese fuego cruzado, para Toyota es cuestión de vida o muerte recuperar la confianza de sus más leales marchantes. Para rematar, en este instante Detroit está dando señales de recuperación, y éstos son ingredientes de un cóctel demasiado explosivo en las narices de Toyota que no pudo tener peor timing para esta fatalidad que le agobia. Y, como reza el refrán, a río revuelto ganancia de pescadores, GM, Ford, Chrysler y Hyundai se apresuraron en capitalizar en la crisis de Toyota, proponiendo intercambios de carros del fabricante japonés por autos de cada una de esas compañías adornados con tentadores incentivos. Detroit —¿sediento de venganza?—, no va a desaprovechar la sonora caída de la mejor bailadora en medio de la fiesta y en el centro del salón.

Lo difícil de resolver no son las miles de unidades detenidas en las líneas de montaje ni aquellas asentadas en los estacionamientos de las ensambladoras en espera para ser despachadas. Ésas, simplemente, serán fácil y rápidamente dotadas del nuevo mecanismo libre del defecto en el proceso rutinario de armado. Lo difícil de resolver son los millones de unidades que están rodando en la calle y que potencialmente son bombas de tiempo rodantes. Siete y tantos millones de vehículos a corregir —si ésa fuese la cifra final únicamente para Estados Unidos— podría tomar, siendo conservadores, meses para librarlos del problema. En la más optimista de las situaciones, a lo largo de ese tiempo tal vez no ocurra ningún accidente, pero la triste lógica indica que mientras más se demore en arreglar todos los vehículos afectados por el asunto, la probabilidad de accidente es exponencial en relación con los días. En el país de las demandas, la marca va a necesitar una legión de abogados para defenderse de los pleitos o disponer de millones para compensaciones.

No, Toyota no puede arriesgarse a esta ruleta rusa…

Viejo síndrome de aceleración súbita
Algunas informaciones del gobierno citan 19 muertes relacionadas con este defecto en el transcurso de unos 10 años. La entidad Safety Research & Strategies ha tabulado 2,057 incidentes de aceleración repentina en vehículos Toyota desde 1999, de los cuales 725 resultaron en accidentes. Según este conteo, 18 personas fallecieron y 304 resultaron lesionadas.

Tan atrás como en el 2004, la NHTSA abrió un a investigación de aceleración espontánea para los Toyota Camry, Solara y el Lexus ES350, de los modelos 2002 al 2003. En marzo del 2007, los ingenieros de Toyota empezaron a recibir informes de malfuncionamiento del pedal de acelerador de la camioneta Tundra. Tras ojear el asunto, concluyeron que el atascamiento o retardo del pedal se debía a condiciones climáticas extremas, particularmente relacionadas con condensación o exceso de humedad en el mecanismo de fricción que dicta la presión de desplazamiento del acelerador. De acuerdo con un estudio de Consumer Reports publicado en diciembre, Toyota y Lexus contabilizan 41% de todas las quejas de aceleración súbita para los modelos del 2008, más que Chrysler, General Motors, Honda y Nissan combinados. Sin embargo así como los carros de Toyota no podían parar, muchos opinan ahora que la compañía parecía paralizada como una ardilla asustada. No actuaba.

Según se difundió en la emisora WGN de Chicago, en una entrevista conducida allí al Sectetario de Transporte de los Estados Unidos, Ray LaHood, éste dijo: “Fuimos nosotros quienes le dijimos a Toyota, tienen que hacer el recall. Por eso fue que lo hicieron y pararon la producción también, porque nosotros se lo pedimos”.

Un fantasma desbocado recorre Europa
El viejo continente, según se sabe ahora, venía dando señales del acelerador jubiloso desde hace un par de años. El primero en quejarse fue el Yaris con volante a la derecha. Toyota ha dicho que convocará a un número incierto de vehículos en Europa y tan sólo en China 75 mil RAV4’s (los rumores dicen que si se suman los llamados de estas dos locaciones podría arribarse a la monstruosa cifra de entre 8 y 9.5 millones de unidades enfermas, no precisamente de alfombritis). El llamado sin embargo deja fuera a los Toyotas que se venden Japón, en Australia y en otros mercados asiátricos, exceptuando el chino. Para esos mercados Toyota utiliza otro proveedor de mecanismo de acelerador.

Empero la firma no detendrá la venta en esas regiones. Los modelos europeos llamados a capítulo —algunos de ellos con etiqueta del 2005— son el Aygo, iQ, Yaris, Auris, Corolla, Verso, Rav4 y el Avensis. ¿El Avensis, dijo? Yeah... El Avensis, que es el vehículo en que se basa el Lexus HS que se vende desde mediados del año pasado en Estados Unidos…

Si al problema del Yaris europeo, que es el auto más pequeño que mercadea Toyota en Estados Unidos, le ponen papel carbón para Norteamérica, entonces 99% de todos los segmentos de la firma estarían afectados aquí, porque sólo nos restaría ya cruzar los dedos para que la minivan Sienna, un vehículo de familia, no se viera incluida en el defecto.

El Yaris representa un 30% de los 100 mil Toyotas vendidos en Europa el año pasado. Se supone que tan sólo en el Reino Unido se verán afectados unos 200 mil propietarios de Toyotas. Y PSA Peugeot Citroen dijo que citaría 100 mil Peugeot modelo 107 y Citroen C1, fruto de la planta en la República Checa en cuya producción Toyota participa.

¿Perjudicará a Toyota el éxito obtenido?
La experiencia de verse a bordo de un vehículo en fuga por cuenta propia, debe ser aterradora. Como en aquella película, The Entity (El Ente) de los años 80, en que un espíritu que atormenta a una mujer, oprime el acelerador de su auto cuando ésta se encontraba al volante. ¿Debe Toyota acudir a un espiritista para exocizar el demonio que la martiriza? No, con sólo mirarse en una bola de cristal y asomarse a sí misma le basta.

En la industria automotriz —¿será igual en la de los chocolates?— no hay casualidades ni mala suerte. En los últimos años ya venían corriendo rumores de que la calidad de Toyota se estaba empobreciendo. ¿Existe una relación entre la merma de la calidad de una compañía respecto de su diversificación y el incremento de su producción y su ritmo? Hmmm...

Desde que Toyota comenzara a emerger mundialmente en los años 60, la compañía no hizo otra cosa que crecer, y crecer bien. Pero el crecimiento registrado quizás en los últimos 10 años, por descomunal, se ha convertido en inabarcable, inasible para el suceso de Toyota. Un premonitorio artículo publicado en Mecánica Popular en 1958, titulado “¿Perjudicará a Volkswagen el éxito obtenido?”, perfilaba los peligros de un triunfo insospechado y de un crecimiento inmanejable para el todavía por entonces novel fabricante germano. Posiblemente, algo de eso le haya pasado a Toyota…

Los acápites del crecimiento de Toyota están ahí: A finales de los 80 la compañía decidió participar en el segmento de los autos de lujo con el debut del Lexus, que hoy es una espléndida división con una extensa paleta de opciones —como división de lujo, Lexus es más grande que lo que es Lincoln para Ford—. Más recientemente llegó Scion, con un sabor particular. Toyota fue la primera y sigue siendo la marca con más SUV’s de todas —crossovers incluidos— en el mercado. En el 2005, Toyota desafió a Pickupland con la erección de la planta en San Antonio, Texas, de la Tundra, en pleno corazón del rancio cinturón camionetero de Estados Unidos. Y pensaba vender 200 mil y tantas unidades anualmente…

En el 2008 Toyota construyó la planta para el RAV4 en Ontario, Canadá, y anunció la edificación de otra en las afueras de Tupelo, en Mississippi, inicialmente concebida como nodriza para el Highlander, aunque luego se dijo que trocaría sus líneas de montaje para ensamblar Priuses. Igualmente, Toyota se convirtió en el líder mundial de la tecnología híbrida. Para poner el último clavo, acaba de develar un bólido antológico, el Lexus LFA, participó en Fórmula 1 y en NASCARy, por si fuera poco, lleva sobre sus espaldas todas las ansiedades que demanda ser el mayor fabricante mundial de automóviles, presea que afanosamente buscó.

Y debemos preguntarnos, ¿ha crecido la infraestructura de Toyota al ritmo de su propio progreso de producción y mercado? Con tanto corre-corre, a cualquiera se le van los frenos.

La proliferación y la velocidad de producción de Toyota a lo mejor ha dejado detrás la debida expansión corporativa que la sustenta… y por eso sus carros ahora no pueden parar.

Acaso no son los vehículos, sino la compañía a la que se le ha atorado su propia alfombra bajo los pies. En términos de automóviles, como sabiamente ha expresado el periodista Jaime Flórez, ya estábamos casi en un mundo divido justamente a la mitad: de un lado Toyota… del otro, todos los demás. Diríamos que Toyota coincide con el Titanic: se le han extraviado los prismáticos para otear el horizonte.

Junto con meterse debajo de cada uno de los autos cuyo mecanismo de aceleración ha de corregir, Toyota debe mirar por encima del hombro y ojalá esté cocinado estrategias para recomponer su receta con nuevos ingredientes. De cuando en cuando, hay que sacudir la mata…

La solución
Toyota anunció el remedio a la aceleración repentina de algunos de sus carros: Una pequeña cuña metálica a insertar en el mecanismo de fricción del acelerador que impedirá que éste se quede trabado en el recorrido de regreso. La solución podrá ser aplicada en los propios concesionarios y toma sólo 30 minutos. Se espera que muchos dealers trabajen turnos de 24 horas.

Esto será para los vehículos que están en manos de sus propietarios. Para los nuevos aún por recorrer las líneas de montaje de cada fábrica, el arreglo es más amplio aunque no se han revelado detalles.

Pero el martes 2 de febrero cayó un balde de agua fría sobre la noticia: el Departamento de Transporte de los Estados Unidos regresó a la cancha con la bola en las manos y dijo otra vez que temía que el problema podría ser de origen electrónico, mas que mecánico. “No hemos terminado con Toyota”, sentenció el ministro del ramo Ray LaHood en una declaración.

¿Saldrá Toyota del atolladero?
Una muerte no es menos importante que mil o un millón. Pero hay que reconocer que los episodios de aceleración descontrolada —con fatalidades o no— de los carros de Toyota, han sido pocos y representan un porcentaje deleznable si comparado con el alto volumen de vehículos en ciernes asesinos.

Y no creemos que Toyota es una compañía irresponsable ni que necesita recortar costos en el departamento de seguridad para garantizar el flujo de producción.

¿Saldrá Toyota del atolladero? Positivamente. Claro que tendrá que pagar el precio de quien olvidó apagar la luz o cerrar la puerta de noche. Ford y Firestone se recuperaron de aquella tragedia de los neumáticos que estallaban y que más parecía obra de un atentado terrorista de Al Qaeda que de un fallo tecnológico. Y no sólo en el giro automotriz, sino en otras industrias; Tylenol supervivió al sabotaje de las pastillas envenenadas hace unos 30 años.

Toyota tiene el potencial de reflotar. Pontones de tradición la auxilian aunque en el porvenir inmediato tenga que recurrir al harakiri de los incentivos y otras sangrías para reconquistar a sus fanáticos, y también tragar en seco cuando por un tiempo vea desplomarse su valor de reventa y las acciones en Wall Street.

Del mismo modo que una persona cicatriza o cura más rápido cuando dispone de un sistema inmunológico sólido y altos índices de hemoglobina, los anticuerpos de Toyota y sus virtudes serológicas son su reputación de años de compañía seria y el prontuario de calidad que acredita. Este incidente sólo será referencia futura con que Wikipedia —o vaya usted a saber qué— entretendrá a los desvelados…

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