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¿Significa la muerte de
ROBIN GIBB
la muerte de
THE BEE GEES?

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA
que se transmite cada sábado de 2:00pm a 3:00pm ET
y cada domingo de 12:00pm a 1:00pm ET,
y de EL ATICO DE PEPE, de lunes a viernes de 6:00pm a 7:00pm ET,
ambos por WQBA 1140 AM,
en Miami, Florida, una emisora de Univisión Radio

Posted on May 25/2012

A tenor del fallecimiento de Robin Gibb, una reflexión sobre el futuro y el pasado de una de las agrupaciones de la música Pop más influyentes de todos los tiempos

Cuando en 1998 perdimos a Sonny Bono, Carl Perkins, Linda McCartney, Eddie Rabbit y Frank Sinatra, parafraseando a Don McLean en American Pie, parecía que más que el día, fue el año en que “la música murió”. Al 2012 le cabría semejante apotegma con las muertes —ya esperadas, ya sorpresivas— de Whitney Houston, Donna Summer y Robin Gibb.

La de Robin Gibb cae en la categoría de anticipada. Desde que el año pasado la prensa revelase una foto de él, cadavérica, en la convalecencia de una seria operación quirúrgica, aquella “delgadez extrema” de la imagen aún en una persona escuálida como siempre fue, no apuntaba a buen pronóstico.

Todo el 2011 Robin estuvo dando tumbos de salud que le llevaron incluso a cancelar conciertos —uno de ellos minutos antes de comenzar— en una cadena de trastornos que emergieron el año antes cuando el 14 de agosto en Bélgica tuvo que ser ingresado de urgencia tras quejarse de intolerables dolores abdominales por peritonitis. Luego vino el cáncer de colon extendido al hígado, y más recientemente el coma por neumonía del 14 de abril de este año que parecía la crónica anunciada del desenlace, estado del que salió para recaer a poco más de un mes luego, y así morir a las 10:46 de la noche del domingo 20 de mayo del 2012.

Los tropiezos intestinales de Robin parecían una copia al calco de los de su hermano gemelo Maurice que murió de ellos en Miami, Florida, el 12 de enero del 2003; ambos compartían un blueprint genético que podría usarse como hoja de ruta para pronosticar enfermedades.

La desaparición de Robin Gibb obliga a poner a Bee Gees en perspectiva. Y también en retrospectiva:

Robin Hugh Gibb nació el 22 de diciembre de 1949 en la ciudad de Douglas, que es la capital de Isle of Man, un islote en el brazo de mar que separa a la Gran Bretaña de Irlanda. Su hermano mellizo Maurice Ernest nació 35 minutos después de él. Le anteceden su hermana mayor Lesley, que nació en 1945, y Barry Alan Crompton, el 1ro. de septiembre de 1946. Todos vinieron a la vida en Douglas, menos Andy (Andrew Roy —Andy Gibb—, 5 de marzo de 1958; murió el 10 de marzo de 1988), que nació en Manchester, porque en 1953 la familia Gibb se mudó a esa ciudad en busca de mejores horizontes económicos.

Los que le conocieron de infancia recuerdan —o preferirían no— las diabluras de los gemelos en Manchester… paralelas a su temprano interés por la música.

Así fue... temprano interés por la música: En 1957, cuando Barry tenía 11 años y Robin y Maurice 9, se presentaron a matinée en un cine de Manchester donde, entre película y película, banjo en mano, iban a doblar el hit del momento, Wake Up Little Suzie, de The Everly Brothers. Barry estaba tan nervioso, que el LP de 78 rpm con la famosa canción de Everly Brothers sobre la que harían playback se le cayó y se quebró al golpear el piso.

Tuvieron que salir a escena… y cantar.

Al público le gustó tanto la actuación de los niños que el dueño del cine le pagó 30 centavos a cada uno y les pidió que volvieran el domingo próximo. Veinte años después The Bee Gees por cierto no cobraban un tercio de libra esterlina sino millones de dólares por las regalías de las ventas de sus discos y sus conciertos durante la fiebre más alta de la música disco, en 1977 y 1978. Hasta avión tuvieron: Los vecinos de Miami recuerdan su Boeing 707 pintado para la gira del disco Spirits Havin' Flown de 1979 en el aeropuerto internacional de la ciudad.

Pero, antes de ahondar en el pináculo de su fama y fortuna hay que volver atrás a algunos capítulos previos de su historia.

En el afán de nuevas oportunidades, la familia Gibb se trasladó en barco hacia Australia a finales de 1958 y allí se establecieron en Queensland, en el Norte de Brisbane. Fue en Australia donde los hermanos Gibb dieron sus primeros pasos, en agrupaciones con nombres tan estrafalarios como The Rattlesnakes y The Bluecats, hasta que el DJ Bill Gates los rebautizó como Bee Gees, la representación gráfica del fonema correspondiente a las iniciales del acronismo de Brothers Gibb (B.G., letras que en inglés suenan bi-yi; como que, en una analogía en plural en español, unos imaginarios Hermanos Rodríguez se hiciesen llamar Los Haches Erres).

The Bee Gees se habían estado presentando incluso en la TV localmente y ofreciendo conciertos de principiantes aquí y allá, con el atractivo de las composiciones auténticas de Barry y de Robin. Y existe una conexión, aunque de índole tangencial, entre el arranque de The Bee Gees y Los Beatles.

De vuelta en Inglaterra, resulta que cuando los Chicos de Liverpool ya eran famosos, Barry Gibb se atrevió a enviarle unos demos de su trabajo a su manager Brian Epstein, a quien le parecieron interesantes pero, con las manos llenas como las tenía con los Fab Four, se los pasó al productor Robert Stigwood —que puede ser considerado el padre del éxito de Bee Gees— quien recientemente había comenzado a trabajar para NEMS, entidad que gobernaba Epstein. Stigwood se interesó y ahí puede decirse que se trazó el bastidor de la ulterior popularidad del trío.

Casi inmediatamente comenzaron a sonar en la radio grandes éxitos de The Bee Gees a finales de la década de los 60, específicamente en 1967. Stigwood declaró en una ocasión que The Bee Gees fue el lanzamiento musical más importante de ese año.

Sin duda, todos aquellos hits basados en la agradable armonía vocal de los hermanos, hoy son antológicos y no se puede hablar de esa era en música sin mencionarlos. De esa especie, el primer gran éxito de The Bee Gees en ambos lados del Atlántico fue New York Mining Disaster 1941 (Have You Seen My Wife, Mr. Jones?), lanzado en la primavera del 67. Por entonces muchos fans creían que The Bee Gees eran los mismos Beatles disfrazados, y que la sigla B.G. significaba Beatles Group.

Pero ese éxito no fue suficiente para permanecer juntos. Una familia en realidad e innegablemente bien llevada, tampoco pudo supervivir a las grietas que abre la fama. Cada hermano sintió la necesidad de tener su propio espacio, comenzaron las rivalidades y fricciones, y de este modo el 1ro. de diciembre de 1969 Barry Gibb expresó que estaba hasta el copete del grupo, que se sentía por los suelos y completamente desilusionado.

Así se produjo un hiato del trío en el mundo discográfico, que duró apenas meses. Barry dijo por entonces que aunque feliz con la resurrección de Bee Gees, de no haber sido familia, probablemente nunca se habrían reunido como músicos de nuevo.

Esta es la época en que florecieron en el aire canciones como To Love Somebody; Words; Massachusets; I Started to Joke; The Message —de la que el cantante mexicano Roberto Jordán hizo una versión en español que en muchos lugares de Latinoamérica todavía piensan que se trata de la original—, My World, y How Can You Mend a Broken Heart.

Y aquí hay que hacer un alto para destacar un particular: en esa etapa, la voz principal de Bee Gees no era la de Barry sino la de Robin, que es la protagonista en específico de las citadas Massachusetts, The Message, My World, I Started to Joke, y How Can You Mend…. aunque Barry también tiene su parte en ellas. Robin era la voz melódica y romántica de the Bee Gees.

Y también componía. De hecho, hasta su muerte, Robin tuvo más álbums en solitario que Barry, incluyendo el casi póstumo Titanic’s Réquiem de este año, para conmemorar el centenario del naufragio más famoso de todos los tiempos.

Los Bee Gees dominaron los charts de Estados Unidos e Inglaterra con varios number ones, el último de ellos la ya citada balada How Can You Mend a Broken Heart, de 1971, que terminó siendo la canción No. 5 en el countdown del año del American Top 40 de Casey Kasem.

Y ahí Bee Gees paró otra vez.

Entre 1971 y 1975 los Bee Gees no hicieron ni un arañazo en los hit parades de esos años.

En 1974, bajo la producción del afamado Arif Mardin —que ya murió en el 2006—, lanzaron un álbum titulado Mr. Natural pero que no movió tímpanos ni corazones.

En 1975 su amigo Eric Clapton que acaba de salir de su rehabilitación y había lanzado su disco redentor 461 Ocean Boulevard, le sugirió a los Gibbs que se mudaran a Miami, y desde entonces, aunque ellos tienen casas en otras partes del orbe, han vivido en la Capital del Sol y fue desde ahí donde en los otrora célebres Criteria Studios, grabaron todas las grandes placas de su época de oro y relanzaron la carrera.

Con Stigwood a bordo como distribuidor y plataforma de lanzamiento a través de su discográfica RSO, Bee Gees graban un álbum seminal, Main Course, en 1975 —con Mardin otra vez— ya con un nuevo sonido, totalmente distante del eco que todavía nos sonaba en los oídos de How Can You Mend a Broken Heart.

Con su nombre cuasi premonitorio (Main Course significa “plato fuerte” en inglés), Bee Gees disparó al mercado un disco que más parecía contemplar el sabor de un aperitivo que daba la idea de lo que restaba por venir del menú.

El primer gran hit de Main Course fue Jive Talking, una divertida melodía en que Robin Gibb se estrena como el falsete que le caracterizó en los dos próximos tres discos… que es como decir para toda la vida.

La palabra y el concepto Disco Music todavía no había cuajado, aunque en realidad el género es anterior a 1975. Tan temprano como en 1973, con Barry White; la popular tonada The Sound of Philadelphia (así se le llamó primero al Disco, “El Sonido de Filadelfia”) de MFSB (Mother, Father, Sister & Brother), y Hues Corporation (Rock The Boat), Carl Douglas (Kun Fu Fighting), y Van McCoy (the Hustle), del 74 y 75, ya detectamos sonoridad Disco fehaciente y palpable.

Con Main Course Bee Gees también agrega otra nueva característica definitiva: el protagonismo de la voz de Barry, que apaga la de Robin.

Pero para entonces las rivalidades entre hermanos eran cosas del pasado. Anteriormente Robin ofendido, abandona Bee Gees en sus orígenes antes de la primera ola de popularidad en las postrimerías de los 60 para irse en una carrera como solista que no germinaría, y por eso es que retorna como el Hijo Pródigo al redil de la familia para aprender la lección y el “mensaje” de la experiencia: que Bee Gees es cosa de los tres hermanos, no importa quien cante más o mejor.

En Main Course hay apenas dos canciones del corte de How Can You Mend… una es Country Lanes y la otra es Come on Over, que canta Robin en su onda de antes. Esto se hace una merma constante en lo adelante. Los nuevos fans de Bee Gees no son los viejos fans de Bee Gees, y no están nostálgicos de Robin, sino ávidos de Barry. Ninguna de estas dos piezas accede a los conteos, sino que las que lo hacen además de la rompehielos Jive Talkin’, es Nights on Broadway, y Fanny Be Tender (with My Love), ya todas ellas con la onda del cantar agudo de Barry. Y Barry —esto es un hecho indiscutible— es la columna vertebral del nuevo Bee Gees.

Hay otra canción al estilo de Robin en Main Course, la animosa Edge of the Universe, cuya interpretación de estudio sin embargo no progresa, y la que lo logra es su versión en vivo en el otoño de 1977.

Main Course es el primero de una cuarteta de discos que pone a Bee Gees en el mapa otra vez. Teenagers recién horneados descubren una agrupación que no conocieron antes, ahora con un sonido más en sintonía con ellos.

La jugada de Stigwood es todo lo inteligente de un veterano de la industria: la portada del disco es una ilustración que omite la imagen de los artistas; esto, en el afán de que no se produzcan asociaciones con el pasado. Se trata de los nuevos Bee Gees, no los de antes. Así los seguidores de estreno se concentrarán no en cómo lucen estos cantantes, sino en cómo suenan. Incluso, se imprimieron algunas portadas —como se aprecia arriba— con sólo el nombre de Bee Gees, sin el título de Main Course, como se hace con los artistas debutantes.

Dos años más tarde, desde la semilla de Main Course, el soundtrack de Saturday Night Fever hace fraguar la fama de Bee Gees para ubicarlos en un plano estratosférico, internacional, al que casi nadie más pudo escalar.

La Música Disco se convirtió en el furor de la era presidida por la cinta del disco, que protagonizó John Travolta. Aparte de su drama, el filme es un musical con arquitectura de The Bee Gees de pies a cabeza y hoy, visto retrospectivamente, es un documento de época y la pieza a mirar si se quiere analizar qué fue el fenómeno de la Disco Music. El sonido, el look y la conducta de toda una generación está ahí.

Claro que the Bee Gees no fueron los únicos “elegidos”; la nómina de la música Disco incluye a otras figuras enormes cono Donna Summer —justamente la Reina del Disco—, y también a Gloria Gaynor, Anita Ward, Alicia Bridges, The Village People y Chic, por citar algunos. Pero the Bee Gees eran casi los únicos “elegidos”.

La banda sonora de SNF, un disco doble, fue un best seller y representa la cúspide de la trascendencia de The Bee Gees. Canciones como The Night Fever, y Staying Alive, interpretadas por the Bee Gees, alcanzaron el No. 1 por varias semanas en el AT40, y otras, compuestas por ellos, como If I Can Have You, y More Than a Woman (Yvonne Elliman y Tavares, respectivamente) ocuparon lugares cimeros (así se precia en la hoja de trabajo de Casey Kasem del American Top 40 del 25 de marzo de 1978, imagen a continuación).

Para terminar de cristalizar la ciclópea popularidad de the Bee Gees, luego llegó el próximo disco, el quinceavo en la historia del grupo, Spirits Havin’ Flown, lanzado el 5 de febrero de 1979, y cuyos singles también barrieron charts. De esta placa son notorios los hits Tragedy; Too Much Heaven, y Love You Inside Out.

Este LP, y los anteriores, viajando hacia atrás hasta toparnos con Main Course, fueron de RSO/Warner. Stigwood sabía oler la plata a distancia…

En todos ellos, la voz de Barry primó; en Spirits… por ejemplo, no hay ni una sola canción que cante Robin como hizo antes.

No por gusto dijimos anteriormente que se trata de una cuarteta de álbums; mucha gente asegura que la fama de Bee Gees en ese período viene de sólo tres vinilos: Main... Saturday… y Spirits… No. Son cuatro. Hay uno que a menudo se olvida, sepulto entre el fulgor del precedente y del sucesor, y ése es Children of the World, todo un disco “puente” en sabor entre Main Course y Saturday Night Fever, que arrojó hits como Love So Right —que parece una página arrancada de Main Course y es la primera canción que se apoya toda en el falseto de Barry—, y la 'bailadora' You Should Be Dancing que, por eso mismo, fue luego incluida en Saturday Night Fever y por eso mismo también se piensa fácilmente que es originaria de ése.

Después de Spirits Havin’ Flown, con el desinfle de la Música Disco al iniciar ya el año 1980, the Bee Gees perdieron peso y brillo y poco a poco fueron cayendo a tierra. Pero como compositores continuaron generando éxitos para ajenos (ej.: Islands in the Stream, para Dolly Parton y Kenny Rogers; y Heartbreaker, para Dionne Warwick).

Para los amantes rancios del rock y/o del buen pop, esta segunda etapa “disquera” de the Bee Gees no les resultó de agrado. Muchos preferimos a los Bee Gees del primer corte, los de finales de los años 60 y comienzos de los 70. Empero, muchos de los que así pensamos, ahora nostálgicos de nuestra juventud en la época en que con sus excesos reinaba Studio 54, compramos con gusto y con más aún lo vemos: el DVD del concierto One Night Only de Bee Gees en el MGM en Las Vegas en 1997, y hasta se nos humedecen los ojos de melancolía cuando cantan ahí How Deep is Your Love.

Ha pasado el tiempo suficiente como para que el aplomo en añejo nos deje ubicarlos con justicia en el sitial en que el talento de estos tres hermanos les merece estar.

Es debatible si Robin es más importante que Barry o viceversa —personalmente nos parece que el segundo es el elemento capital en la agrupación.

Probablemente lo más sabio sea no dejarnos arrastrar por la tentación de sopesarlos, ahora que Robin se ha ido y eso nos provoca a la medición de estaturas. Mejor, a tenor del hecho que nos ha llevado al callejón sin salida de la recapitulación, miremos a Bee Gees en conjunto, y todo análisis que hagamos de sus integrantes hagámoslo como un todo. Así sí podemos entonces establecer comparaciones con otros. Como esta:

Si acaso no resiste una comparación de corte académico, Los Bee Gees, a nivel de talento, popularidad, ventas, historia e influencia —todo esto, naturalmente dentro de sus propio estilo y época— son comparables con The Beatles. Y el otro grupo de los 70 que en iguales términos que los Bee Gees clasifica para el paralelo es ABBA. Bee Gees es una de las contribuciones más notables a la historia de la música popular del siglo XX.

Que si Bee Gees ha muerto definitivamente junto con la muerte de Robin, parece ser más una realidad que una opinión, aunque todavía nos queda un consuelo para decir que se trata de un juicio, no de una verdad: y esto es que supervive Barry.

Cuando murió Maurice, pudo decirse que también murió Bee Gees. Pero exceptuando —por razones obvias– lo insustituible de su presencia física en los conciertos, las armonías y voces que Maurice hacia —recordemos que nunca cantó como solista— y su trabajo en los teclados, el tercer Bee Gee podría ser sustituido por otro músico de sesión. Pero al morir Robin es distinto: ya se compromete más el futuro en vivo de la agrupación, porque la voz que interpretó los hits que él popularizó ya no podrán ser escuchados mas por él… aunque como dijimos encima, queda el aliciente de que todavía Barry es capaz de dar un concierto él solo —lo hizo recientemente en el Sur de la Florida en un casino indio, aún en los momentos en que se presumía la muerte de Robin, y funcionó.

A menos que el pesar por la pérdida de sus dos hermanos que le acompañaban en del trío, y los años —Barry tiene 65 años— le impidan presentarse en público, de decidirse a hacerlo todavía podemos a apostar a que frente a él, the Bee Gees aún pervive y —perdón si irreverente— y que como la Santísima Trinidad, tres es uno, y uno es tres.

Sólo resta ver si esto pasa.

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