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Goodbye EMMANUELLE
Sylvia Kristel, la actriz que protagonizara la más famosa de las películas eróticas,
ha muerto.

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial
EL ATICO DE PEPE, de lunes a viernes
de 5:00pm a 6:00pm ET,
por la 710 AM,
en Miami, Florida, una emisora de Univisión Radio

Posted on Oct.18/2012

Ha muerto Sylvia Kristel, un nombre probablemente desconocido para los más jóvenes, pero que fue sin embargo un ícono generacional para los baby-boomers. La bella actriz inmortalizó el personaje de Emmanuelle, un serie de películas eróticas que hicieron época al principio de los años 70.

Sylvia
Sylvia Kristel, que ése era su verdadero nombre, nació en Utretch, Holanda, el 28 de septiembre de 1952. Una mujer de notable hermosura, comenzó a modelar cuando tenía 17 años, y en 1973 ganó el concurso de belleza Miss TV Europa, lo que sin duda podemos considerar como el estribo para su ulterior carrera, especialmente su notoriedad internacional cuando protagonizó la que hoy se considera la primera edición de la cinta "Emmanuelle", de 1974. Sylvia hablaba su lengua materna y además inglés, francés, alemán e italiano, y con altas y bajas en su carrera cinematográfica hizo más de 50 películas, muchas de ellas no como Emmanuelle, aunque no se yerra al decir que el sexo fue el denominador común a casi todas.

Pero antes de llegar este punto, hallamos en su inventario existencial episodios nada memorables: A los 14 años atravesó las amarguras del divorcio de sus progenitores cuando su padre abandonó el hogar por otra mujer. “Fue la cosa más sádica que vi”, comentó la actriz en una entrevista años después.

Tristemente, el calificativo de 'sádico' encaja mejor en otro capítulo de la Kristel, cuando a los 9 años fue sexualmente abusada por un hombre mayor, incidente que siempre declinó comentar en público, pero que finalmente ventiló en su autobiografía titulada Nue, publicada en el 2006. Acaso para exorcizar el fantasma de esta tragedia, Sylvia Kristel dedicó su talento mayormente al cine erótico.

Y no sólo sexo cuenta en el prontuario de Sylvia, sino alcohol y drogas, y relaciones interpersonales tormentosas con hombres mucho mayores que ella, que los sicólogos dicen que representaron por un lado la búsqueda de la figura paterna tras el abandono de su padre, y por otro, un afán por cicatrizar las heridas de aquella violación de cuando era niña. Así, su primera gran relación fue con el autor belga Hugo Claus, nada menos que 27 años mayor que ella. Este vínculo fracasó y así fue a parar a los brazos de Ian McShane, que la rebasaba en edad en 10 años.

Fumadora empedernida e irreducta desde los 11 años, especialmente de cigarrillos sin filtro, Sylvia fue diagnosticada en el 2001 con cáncer en la garganta, mal que sus allegados presumían que con antelación al diagnóstico padecía porque lo denunciaba a las claras la creciente ronquera de la mujer.

El padecer se extendió luego a los pulmones y al esófago, pero antes de morir mientras dormía a los 60 años en Amsterdam el jueves 18 de octubre del 2012, Silvia pasó por tres tandas intensas de quimioterapia y otros procedimientos para curar o atenuar la condición que terminó ganándole la partida.

En junio de este año sufrió una trombosis cerebral.

Le sobrevive su único hijo Arthur, con Claus.

Emmanuelle
Emmanuelle es el personaje principal de la serie de películas homónimas en que Sylvia Krystel encarnó el caracter.

Originalmente es una novela escrita en 1959 por Emmanuelle Arsan, el pseudónimo que usó la autora francesa nacida en Bangkok, Tailandia, en 1932, cuyo verdadero nombre es Marayat Bibidh, aunque luego lo afrancesó al tornarlo Marayat Rollet-Andriane.

Según su autora, Emmanuelle es una mujer que explora su propia sexualidad bajo circunstancias distintas. Hay quienes comparan a Marayat con Anaís Nin —“El Pájaro de Fuego”, y otras candentes piezas literarias erotizantes—, pero el símil podría no valer tanto…

Por otra parte —quién sabe si un intento por santificarla— se ha dicho que Marayat no escribió ni una letra de “Emmanuelle”, sino que lo hizo su marido Louis Jacques Rollet Andrianne, pero… hmmmm.

Sin embargo, el personaje de Emmanuelle no debuta en la pieza que lleva su nombre, sino que lo hallamos dos años antes en la novela “Las Dichas de la Mujer”, que Marayat escribió en 1957. Emmanuelle es la aburrida esposa de un diplomático francés —este breve detalle define a la novela como autobiográfica—, que disipa los bostezos de su vida investigando los placeres que su propio cuerpo encierra. El libro, firmado ya con el nombre francés de su autora, fue considerado escandaloso, y terminó siendo censurado en Francia.

Mas la autora, que no renunció a su personaje, vuelve a la carga, y en 1959 publica “Emmanuelle”, sólo que para evitar una nueva controversia o que la conectaran con el escándalo de apenas dos años antes, ahora firma como Emmanuelle Arsan. “Emmanuelle”, ignorada, recibió un baño de hielo que la sepultó… hasta que en 1973, el director francés Just Jaeckin decide jugárselas todas y lleva la novela a la gran pantalla. Sylvia Kristel, que por entonces tenía unos 22 años y era dueña de una cautivadora y refinada belleza nórdica, es elegida para el papel.

“Emmanuelle” describe las aventura eróticas de una joven en Asia. El éxito que eludió a la novela, se lo tragó empero todo el filme, que estuvo en cartelera en un cine en los Campos Elíseos en París por 13 años consecutivos.

A diferencia de otras (escasas realmente) películas de la especie, “Emmanuelle” no evitó la clasificación de X (las tres XXX, representa la categoría de pornográfica). Era 1974, y 1974 no era 1959. “Emmanuelle”, aunque tuvo detractores que la llamaron inmoral, sacrílega, blasfema e irreverente —el nombre de Cristo es Emanuel. Válido—, logró crear una legión de impúdicos admiradores.

Considerada una película erótica, mas no pornográfica, tampoco es una cinta inocente. La carga de sexo es evidente e imposible de ocultar o justificar en “Emmanuelle”. Sin embargo, acaso como la revista Playboy a través de sus fotografías de innegable valor artístico, se puede admitir a “Emmanuelle” como poseedora de esa característica; en verdad dista en imagen y argumento de la vulgar “Garganta Profunda” de Linda Lovelace, de 1972. Probablemente su mejor paralelo es “Mi Último Tango en París”, del año antes, dirigida por Bertolucci y protagonizada por Marlon Brando y Maria Schneider, continente de la ominosa escena de sexo anal en que el personaje de Paul (Brando), usa como lubricante para la penetración mantequilla a falta de KY.

“Emmanuelle” empujó los bordes de lo aceptable en el cine entonces… pero no tanto. A la generación joven a la que le tocó ver su estreno —en total sintonía con la esencia de la cinta— ya no sólo no le ruborizaba un planteamiento visual así sino que, por el contrario, lo disfrutaba con una dosis de desvergonzada fruición a mil leguas del más bajo nivel del pudor. Se cree que más de 300 millones de espectadores vieron “Emmanuelle”…

“Emmanuelle” no era un galletita de crema: las escenas de sexo incluyeron inmersiones en el agua de cuerpos desnudos, masturbación, la violación en el llamado Mile High Club —coito en un avión—, y la secuencia en que una bailarina se lleva un cigarrillo encendido a la vulva y ésta exhala humo como si fumara.

Aunque hoy nos parezca mentira, “Emmanuelle” corrió al igual que en Francia, ¡sin censura! en los desenfrenados Estados Unidos de entonces. Por lo menos así la vio mucha gente, “completica”, en los antros de la Calle 42 de New York. Inglaterra sí censuró las partes más “calientes”.

Con un presupuesto bajo, de $500 mil dólares —¿cuánto le pagaron entonces a la pobre Silvita?: el contrato original citaba… ¡6 mil!—, “Emmanuelle” se estrenó el 26 de junio de 1974 en Francia y el 3 de diciembre del mismo año en Estados Unidos. Hasta la fecha ha recaudado unos $100 millones de dólares. Dura 105 minutos.

El hecho de que fuese considerada una película softcore —un estadío más liviano que el hardcore con que se califica a las cintas indiscutiblemente pornográficas— fue lo que le abrió las puertas a una más amplia distribución y exhibición. La salva el que a diferencia de los filmes exclusivamente de sexo, que carecen de “tripa”, “Emmanuelle” contempla argumento.

No fue difícil darse cuenta que “Emmanuelle” tenía madera para secuelas: así, en 1975 se estrenó “Emmanuelle 2” que, capitalizando en la ambigüedad sexual del nombre del personaje, fue una película mayormente lésbica. Luego siguieron otras partes hasta “Emmanuelle 7”, de 1992, con una veterana Kristel todavía a bordo, pero para tal fecha se trataba ya de un fenómeno en decadencia.

Pero paralelamente a las “Emmanuelles” clásicas de los 70, se hicieron series para la TV y las también famosas ‘Black Emmanuelle’, de Italia, más bizarras y violentas, protagonizadas por la indonesia Laura Genser. Aunque de fisonomía asiática —achinada—, por el color moreno de la actriz y lo severo del argumento, a esta serie se le llamó “negra”.

Han pasado los años, y el cine de sexo explícito o velado hoy corre por otros carriles y es por eso que no hay espacio ni paladar para el renacimiento de una actriz, personaje o cinta del corte de “Emmanuelle” o de Silvia Kristel. Pero acaso por lo mismo —partidarios y detractores aparte—, “Emmanuelle”, y Silvia Kristel representan sin discusión una viñeta de ese siglo vibrante —para bien y para mal— que fue el XX.

Acudiendo oportunamente ahora en su muerte al título de la tercera película, de 1977, de la serie del eterno personaje de Sylvia Kristel, cabe decir: Goodbye Emmanuel.