Por Pepe Forte

¿Quién no conoce al Hombre de Michelin? El bonachón gigante de goma, compuesto de una sucesión de canelones circulares cual si estuviese inflado, por más de un siglo ha animado con gracia la publicidad de la respetada compañía de neumáticos que produce calzado de caucho para vehículos de todo tipo, incluido el trasbordador espacial de la NASA. Pero tras la abultada apariencia de la blanca mascota se esconde una historia y evolución fascinantes.
  
   Lo que hoy es la Michelin Tire Co., fue fundada en 1832 por los hermanos Eduardo y Andrés Michelin en Francia. Fabricantes de goma, decidieron producir neumáticos. En 1891 introdujeron el primer neumático desechable y, luego, a través de los años, una serie de innovaciones como el primer aro removible y el primer neumático radial. Y toda esa historia ha contado con la compañía del Hombre de Michelin. El personaje fue concebido por asalto de la inspiración en 1894 cuando uno de los hermanos Michelin, Eduardo, que contemplaba una torre de sus propios neumáticos, dijo: "si tuviera brazos parecería un hombre". A Andrés se le quedó dando vueltas la imagen en la mente y por eso llamó al caricaturista O'Galop para que le diera forma a lo que Eduardo había comentado. El artista creó un muñecón de prominente vientre, repleto de aire, que brindaba con una jarra de cerveza pero llena de clavos, al tiempo que exclamaba, "nunc est bibendum... a votre santé!" ("¡Es hora de beber... a su salud!"). De la frase, también por puro azar, nació el nombre del personaje: en una carrera en París en que corría Andrés Michelin en un Panhard con sus propios neumáticos, al verlo pasar alguien gritó, "ahí va Bibendum".
  
   En EEUU el figurín no se hizo reconocible hasta los años 20 cuando las carreras de autos comenzaron a hacerse populares con una significativa presencia de los neumáticos Michelin. Aquí se le llama The Michelin Man.
  
   Pero el Bibendum del tercer milenio poco tiene que ver con el original de a finales del siglo XIX. Al principio el Bibe era gordo y panzón, usaba lentes y fumaba un humeante habano. Si se miran afiches o carteles publicitarios de hace 100 se le puede ver incluso ostentando una leontina para el monóculo.

   Con los años ese look cambió. El Mr. Bib de hoy va al gimnasio, es ancho de espaldas, dejó de fumar... ¡y ya no es miope! (esnobista como es, problemente se hizo la corrección con láser). Ahora se hace acompañar de un perrito y, eso sí, continúa jovial como siempre, y prevalece en la escena de hoy en relojes, calendarios, pisapapeles y cuanto se pueda imaginar en artículos utilitarios, perseguido por los coleccionistas.
  
   Pero sin duda su representación puramente gráfica a través de la historia es lo que mejor nos permite seguir su transformación. Los pósters originales que protagonizó entre 1898 y 1914 (año en que estalló la Primera Guerra Mundial), ya en blanco y negro o en colores, se cotizan hoy en miles y miles de dólares en las subastas.
  
   A más de un siglo existencia, celebramos a la graciosa mascota. ¡A tu salud, Bibe, y que vivas muchos más sin pincharte..!

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