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GUSANOS blindados
por Pepe Forte, editor de iFriedEgg.com /
Publicado en TRIUNFO, mayo 2003

Una noticia ha asombrado al mundo: que los gusanos que viajaban a bordo del Columbia supervivieron a la explosión de la nave espacial. No es para tanto alboroto, señores...

Los más resistentes de todos los tipos de gusanos, somos los gusanos* cubanos. Convertidos en una sin precedentes especie de gusanos marineros, supervivimos el cruce del Estrecho de la Florida sobre una balsa. ¿Es algún otro gusano capaz de semejante proeza?

Pero eso no es todo. Por 44 años los gusanos cubanos hemos resistido los más descabellados experimentos: hemos supervivido a las judías sin tocino, al pan con aceite sin aceite y a menudo sin pan; al Cerelac, que es una suerte de eslabón perdido entre los cereales y el cemento (o tal vez la versión digerible del concreto si acaso esto fuese posible); hemos sobrevivido al café de chícharos, al boniatillo de papa y al picadillo de soya. También, supervivimos a los dibujos animados soviéticos, a los zapatos plásticos en un clima tropical, y al proceso diario de pasteurización gusanística, consistente en bañarnos con un balde de agua fría tras horas de insolación esperando, quiméricos, por la ruta 22 en cualquier calle de La Habana. ¿Se vio acaso alguna vez a gusanos en bicicleta... o viajando en un camello?

Siendo originalmente gusanos tropicales, hemos aprendido a vivir en toda tierra y latitud. Hay cubanos en Alaska y en Singapur; en Australia y en las Islas Seicheles; en Sri Lanka y en Egipto (dicen que allí uno explota un... ¿Rent-A-Camel?)

Los gusanos cubanos hemos supervivido a las angustias de miles de horas de cola o fila de espera, lo mismo para comprar un jabón —y tolerar impávidos el desconcierto de que se termine justo cuando nos toca el turno—, que para ver la última película de moda... con cinco años de atraso. Hemos sobrevivido al experimento que quería transmutarnos en lombrices ciegas tras incontables horas de apagón, y también a las alucinantes experiencias de ver barredoras de nieve en las calles de las ciudades de Cuba por obra y magia de un funcionario del gobierno que no sabía lo que compraba, y de trabajar febrilmente en la mayor producción de azúcar racionada de la historia de la nación. Del mismo modo hemos rebasado el inquietante dilema de tener que escoger entre un peine o un cepillo de dientes con los cupones alternativos de la cartilla de racionamiento más longeva del universo. Y la resistencia gusanil se manifiesta en ambos lados del Estrecho de la Florida: los gusanos cubanos exiliados supervivimos por casi medio siglo a la ilusión frustrada de, “este año sí que celebraremos la Nochebuena en una Cuba libre”, y sobrevivimos al mejor de los trucos de un Mandrake vestido de verde oliva de ser convertidos en mariposas en 45 minutos con sólo volar de Miami a La Habana después de los 20 años en estado de crisálida que transcurrieron entre 1959 y 1979, para de nuevo ya de vuelta en Gusanilandia retornar a oruga. Mas lo peor es que hemos sobrevivido a millones de horas de discursos de un caballo que habla, el mismo que nos trata como conejillos de India, en vez de como gusanos de seda.

La lista de experimentos sería interminable y probablemente nadie que no fuese un gusano cubano sobreviviría siquiera a su lectura. Siento pena por los científicos de la NASA; no saben lo que se han perdido...

Finalmente, el mundo se asombra de los gusanillos que toleraron la lamentable explosión del Columbia, mientras los gusanos cubanos aún soportan el peor de todos los experimentos: este mismo, el de ser ignorados como los gusanos más resistentes del mundo...

*Para el lector profano:
“Gusano” es el modo peyorativo con que Castro bautizó a los cubanos desafectos al comunismo. Casi inmediatamente, los cubanos de esa condición sintieron orgullo por la palabra y se identificaron con ella. La sociedad castrista cubana se divide por tanto en “revolucionarios” y “gusanos”. Los cubanos exilados también se enorgullecen de ser "gusanos".  

 

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