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Mi RESBALOSA respuesta
a EDMUNDO GARCÍA

Cual si se tratara de una afrenta personal,
Edmundo García arremetió contra el editor
de este website y conductor radial
por presentarse a debate con Hugo Cancio
en el programa de Oscar Haza
con motivo del inminente concierto
de Pablo Milanés en Miami.

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA,
y de EL ATICO, diario, por WQBA 1140 AM,
en Miami, Florida, una emisora de Univisión Radio.

Posted on Aug.15/2011

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El pasado jueves de 11 agosto [de 2011], Oscar Haza y el equipo de producción de su programa “A Mano Limpia” que se transmite de lunes a viernes a las 8:00pm por el Canal 41 América TV de Miami en la Florida, tuvieron la cortesía de invitarme a debatir con el empresario artístico Hugo Cancio sobre el controversial concierto de Pablo Milanés, a efectuarse en la American Airlines Arena en la Capital del Sol el próximo sábado 27 de agosto. Hugo Cancio es quien trae a Milanés a estas costas, tal cual ha hecho anteriormente con otros artistas cubanos de La Isla como Juan Formell y Los Van Van.

A pesar de ocupar este servidor, conductor del espacio radial “El Ático de Pepe” de lunes a viernes a las 6:00pm por la WQBA 1140 AM de Univisión Radio en Miami, una posición ideológicamente discordante con la del señor Cancio, el debate transcurrió en el marco de la más genuina ecuanimidad y, si no fuera porque en realidad se trató de una escena —anticipada— de pugilismo político, hasta podría citarse la cordialidad. Ni Cancio, ni Forte perdieron jamás la compostura.

Mis puntos de vista, a pesar de mi conocida oposición visceral al régimen castro-comunista de Cuba, fueron expuestos por mí mesuradamente.

Nunca negué el derecho de Milanés de presentarse en Miami, ni tampoco su talento como artista aunque, como dije en la comparecencia, me mortifique su visita por una serie de razones. Critiqué —y esa fue la piedra angular de mi exposición— la 'asimetría' —textual — del supuesto intercambio de artistas de Cuba y del exilio, pues mientras desde La Isla han llegado y siguen llegando —como es el caso del cantautor bayamés de marras—, músicos del país comunista —algunos de ellos profundamente comprometidos con el regimen—, a los exilados en Miami no se les facilita la oportunidad de presentarse allá. Es una realidad innegable, un argumento acumulado e irrebatible.

El lunes 15 de agosto, Edmundo García, conductor del espacio “La Tarde se MUERE”, por WOCN 1450 AM en Miami, que comparte alternadamente con Francisco González Aruca a las 5:00 pm de lunes a viernes, arremetió amargamente contra mí a través de una desfiguración de mi exposición en “A Mano Limpia”.

Lo esperaba…

Resultó pasto de su irritación la mención que yo hiciera de la canción I Won’t Play en Sun City! en el contexto del caso tratado. García adujo que yo estaba comparando el panorama del hoy extinto apartheid sudafricano con Cuba. No fue así, y Edmundo debería ver y/o escuchar mi comparencia en el programa de Haza, que puede hallar fácilmente en la red en Youtube.

En primer lugar, Cuba comunista sí ha practicado —y practica— una suerte de apartheid turístico y de inversión económica contra los nacionales, tan ofensivo como el racial. Pero ése NO FUE MI PUNTO. Simplemente hice una comparación de cómo reaccionó el mundo, la prensa y la opinión internacional sobre la presentación de algunos artistas en el balneario de Sun City en Sudáfrica en 1985, un enclave racista, en pleno apogeo de la campaña internacional contra la discriminación racial del gobierno de Botha y por la liberación de Nelson Mandela.

54 artistas de talla mundial —mayormente de la órbita anglo— bajo el nombre de Artist United Against the Apartheid, entre los que se contaban Pat Benetar, Hall & Oates, Bono, Peter Gabriel, Bonnie Raitt, y hasta Rubén Blades entre otros, grabaron la canción I Won't Play in Sun City! para demostrar su rechazo a la política segregacionista de Pretoria.

Cuando a pesar de ese sentir global la banda británica de rock Queen lidereada por Freddy Mercury se presentó en Sun City, y Paul Simon, un hombre de izquierda a todas luces, grabó su disco Graceland en Sudáfrica en el año citado por interés puramente folclórico, ambos fueron vetados y censurados. Mi alusión al suceso fue simplemente para apoyar mi argumento de que existe comprensión a la censura y a la prohibición de un lado del espectro político del planeta —la izquierda—, pero que cuando se trata de un reclamo del exilio cubano —especialmente el de Miami—, la tolerancia desaparece. No, Edmundo García no escuchó bien.

García atacó desmedida e infundadamente no sólo a mi persona, sino a Cancio, por no haber salido a mi paso ferozmente como él habría querido hacerlo. Eso no ocurrió, ni podría ocurrir porque Cancio entendió mi explicación —aunque acaso le disgustara—, al tiempo que García se fue por el camino de los argumentos inexistentes, los que nunca emití (ahí está el video, insisto de nuevo).

Su rabia le condujo al —ya habitual— ataque personal, y tanto él como su interlocutor, José Levy, me dedicaron —nos dedicaron, porque Cancio tampoco se salvó de la virulenta andanada—, los siguientes calificativos que me han venido de perillas para ubicar como tags en esta página para atraerme más trafico del que ya tengo —547 mil hits durante el pasado mes de julio, una equivalencia que de seguro derrota la pálida audiencia de las dos horas pagadas en defensa de Castro en Miami en la 1450, de pésima recepción por demás—. Los calificativos, repetimos, fueron estos: ignorante histórico y político; cobarde; absurdo; hiriente; estúpido… y las siguientes palabras accesorias como aderezo del ataque: mentira, ignominia, ignorancia (supina, por si ésta por si sóla fuera poca) y, la mas deliciosa de todas, blasfemia, de carácter cuasi eclesiástico.

Pero la joya de la tarde fue llamarme baboso.

Baboso... que es la condición de la babosa (¿o tal vez quiso decir el marido de ésta?)

No, no me ofende. Las babosas en realidad son criaturas dignas de admirar por pacientes, parsimoniosas, húmedas y resistentes. Una babosa tolera con más entereza un pisotón que una cucaracha y, además, dejan una estela memorable al andar. Y si llevan caracol, pueden ser hasta hermosas y representar la certificación del fragante alto de la lluvia en una vaporosa tarde de primavera. Y andan con sus antenitas entre las flores.

Gracias, García, por llamarme baboso.

Baboso sin nombre, debo subrayar, porque se refirió a mí como "contraparte" —¿ése no era Napoleón..?—; "moderador", y "señor" —mientras no me llame "compañero", vamos bien—.

De paso, le adelanto la evitación de un esfuerzo: como el finado Álvaro Sánchez-Cifuentes —cuya huella con dedicación sigue— a quien fascinara revelar el nombre completo de sus adversarios, cosa que ahora García imita, ahí le va el mío entero y verdadero, que es José Rosendo.

No puedo decir que mi política personal sea la consuetudinaria de no ripostar ataques personales, porque en realidad, para mi satisfacción, exceptuando éste de García —o tal vez el de un pasajero que considere que como un chiquillo me adelanté en la fila para hacerme del mejor asiento en un vuelo de Southwest—, tengo la fortuna de ser una persona que no los padece y a la que no miran con ojeriza como penosamente sí le ocurre a él en Miami.

Edmundo García tiene más detractores que partidarios en Miami y él lo sabe, a pesar de lo cual insiste en vivir aquí (of course, las carencias de Cuba no le van…).

Así que no se trata de mi réplica desde esa esquina, sino de una simple reivindicación de lo que dije, que no es lo que dijo García que yo dije.

Para continuar con su rosario de inexactitudes, García dijo que ni Cancio ni este servidor recordábamos el nombre de Sun City, subrayando así que el lo sabía. Ahí está el Youtube otra vez, cuando se escucha claramente que yo menciono el nombre de la canción, con lo que dejo implícito que cité el lugar. No es precisamente Edmundo García la persona que podría darme clases de la historia del rock and roll. Hace unos años le escuché referirse a Billy Joel como el artista que cantó “aquello de ca-ca-cá” (se refería a la canción Movin’Out/Anthony’s Song, del LP The Stranger de 1977, de la que se enteró que existía todo un año más tarde cuando el artista la cantó en el teatro Carlos Marx en La Habana el domingo 4 de marzo de 1979 en el Havana Jam, que for sure él no recuerda con la precisión elefantiásica de este servidor, sino que seguramente se acuerda de él bajo el nombre estalinista —supongo que más de su agrado— de Encuentro Cuba-USA, que así es como las autoridades comunistas de la Isla le llamaron al acto).

No le conviene a Edmundo García una discusión de la materia conmigo.

¿Mi recompensa? Que está demostrado: el más ácido ataque de los castritas a sus antagonistas es proporcionalmente igual a la amenaza que sienten en las razones de aquellos.

Es una medalla para mí pues el iracundo embate de García. Lo mismo que para Ricardo Bofill cuando le dedicaron en Cuba aquella serie titulada "Retrato de un Fullero," que por tres noches consecutivas en marzo de 1988 corrió en la televisión castrista para denostar al defensor de los Derechos Humanos que era por entonces su más punzante piedra en el zapato.

García nos acusa a mí y a Cancio de ignorantes porque según él, el fin del apartheid e incluso la excarcelación de Nelson Mandela se deben a la batalla de las tropas cubanas en Cuito-Cuanavale. Esto fue la piedra preciosa de su desinformación planeada. El apartheid tenía sus días contados como parte de un ciclo que estaba llegando a su fin. La segregación racial en Sudáfrica no aguantaba más en el panorama finisecular y gemía en sus inexorables estertores por entonces, y no fue la batalla citada la que terminó por extinguirla. Aseverar eso sí es toda una imprecisión histórica. Entretanto, García nos llama ignorantes a Cancio y a mí. El triste honor de la cruenta batalla de Cuito-Cuanavale es que alzó de sopetón la cantidad de jóvenes soldados cubanos muertos, hecho que enlutó infinidad de hogares del país, en un conflicto bélico tan remoto de Cuba como lo fue para los Estados Unidos la guerra de Viet-Nam, que los comunistas siempre emplean como referente crítico.

Luego García continuó con su catilinaria de inexactitudes y sofismas, como cuando dijo que la humanidad ve a Cuba comunista con beneplácito. I'm sorry, García: veía. Porque él cierra los ojos al hecho de que en pleno 2011, hace ya mucho tiempo que el romance de la izquierda y la intelectualidad mundial con la revolución, terminó. Más de una figura de prominencia planetaria que antaño apoyaba a Castro, o bien se reubicó estridentemente a sí misma en una pose contraria a la sostenida por décadas, o discretamente se distanció de éste. Más de una vez Cuba ha sido castigada en el Tribunal Internacional de los Derechos Humanos. Más de una vez la Posición Común Europea ha censurado a Cuba. De la situación, nadie puede culpar a otra cosa que al propio gobierno cubano —ahora con los dos Castro a bordo— por haber ejercido acciones como el fusilamiento de aquellos jóvenes negros que intentaron robar una embarcación para escapar a los Estados Unidos; la Primavera Negra que resultó en el encarcelamiento de 75 disidentes y opositores; el asesinato de Zapata, y el acoso y a menudo golpizas a las Damas de Blanco.

Y resulta lógico que así sea —lo sorprendente es que no lo sea más—, porque un sólo hecho, el que representa la esencia misma del gobierno comunista de Cuba es precisamente el que genera el rechazo de un mundo que cada día más despierta a la nada plausible realidad cubana: que por 50 años, por medio siglo, por tres generaciones seguidas, el pueblo de Cuba ha sido sometido a un mismo gobierno y a un mismo gobernante. Eso se llama dictadura, en un planeta en que aún bajo las balas y los atentados con bombas, ha visto al pueblo iraquí sale a votar por un presidente de turno.

Cincuenta años contínuos de poder omnímodo en manos de un solo hombre es también una suerte de apartheid, y a la larga comparable a éste.

La reducida brigada de inadaptados defensores del castrismo en Miami, que por resentimiento y vaya Dios a saber por cuál otra oscura razón hacen de voceros del sistema aquí, y aquellos que vienen desde allá con esa función pre-asignada o son captados en estos lares para lo mismo, pierden de entrada cualquier debate, digan lo que digan, ante la verdad que referimos en el párrafo encima.

Los furibundos ataques de García contra Cancio y contra mí fueron tan intensos que nos hacen parecer a mí y a Cancio como aliados. Caramba, me arrepiento de no haber invitado a Cancio a un conciliador café al terminar el programa...

Como El Príncipe Valiente, García nos acusó de pusilánimes en la misma emisión de su show a mí, a Cancio y a Willy Chirino. De éste último dijo que "no tiene pantalones" —Chirino también es blanco continuo de las acometidas de Max Lesnick—. Nada nuevo: En los últimos tiempos, García se ha echado sobre sus espaldas la difícil tarea de "administrador de genitales" de la sociedad miamense; es él quien dice quién es cobarde y quién no en esta ciudad. Naturalmente, de ese conteo de testosterona se exime él mismo.

Edmundo no integra Miami aunque viva en ella, ciudad que pertenece a los Estados Unidos, en tanto traslade sus discrepancias políticas con alguien al plano personal. Y fue lo que hizo conmigo sin ton ni son. García habló hoy de mí como de su peor enemigo. Cuando me expresé en el espacio de Oscar Haza yo no lo estaba atacando, sino simplemente emitiendo mi opinión. Pero él se la metió en su bolsillo como un agravio propio. Exceptuado el cruce de un par de saludos tangenciales mutuos hace años en la misma WQBA donde él trabajó una vez, en verdad ni nos conocemos. Pero él me llama baboso en su frenesí vespertino de cada tarde, en que se altera tanto, que a veces hasta se queda jadeante y sin voz.

Baboso, caray...

Para que vea que en realidad lo que me dijo es un elogio —según la apología que de las nobles, inocentes y despistadas babosas hice arriba—, lo celebraré cenando esta noche el más resbaloso de los quimbombós que se pueda imaginar, sin limón, como indica la sabia receta, para que conserve —¡eso mismo!—, su baba. ¿Quieres un poco, querido Edmun?

(¡Saulo, Saulo!, ¿por qué me persigues?)

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