Un disco romántico del cantautor salvadoreño
tras dos años de ausencia,
otra vez de la mano de Silvetti.

Torres, el artista que, al fin,
es profeta en su tierra...

Texto y Fotos por PEPE FORTE
Publicada junio del 2000 en la revista MERCADO DEL DISCO, de la cual el autor de la entrevista era Director.

La cita tiene lugar minutos antes de que Álvaro Torres entre al estudio a ejecutar otra de las sesiones de puesta de voz —en realidad, una de las últimas—, para su nuevo disco.

—Después de un par de años de inactividad discográfica —explica Álvaro a MERCADO DEL DISCO—, he vuelto a la arena y creo que en la mejor situación, porque ahora he regresado a la casa que me dio a conocer internacionalmente, Fonovisa, y también cuento con el apoyo de New Millennium Artists localizada en Los Angeles, California. En esta ocasión se juntan elementos bien importantes, como mi reunión con Bevu Silvetti, que produjo mi primer disco. En este momento estoy poniendo la voz, grabando, es la etapa más hermosa, la de poner todo el sentimiento de lo que se quiera decir a través de la interpretación. Para mí, como cantautor, la interpretación es muy importante.

En el momento en que transcurre el diálogo, quedan muchas cosas del disco, aún lejos de poder ser presentadas como finales.

—¿Qué puedes considerar como definitivo del disco ya hoy, Álvaro? —indagamos.

—¿Definitivamente?, pues que el disco es un hecho —responde—. La primera etapa, escribir las canciones, ya la acabé. Ese es otro hecho. Ahora las estoy dejando plasmadas para siempre. Esta semana [es miércoles de una calurosísima tarde de junio en un punto en el Oeste de la ciudad de Miami, Florida] concluyen las puestas de voz.

—Título, no tiene todavía...

—No, en cuanto a título, todavía no lo tiene. Podría ser “Para Olvidarme de Tí”, que es una de las canciones... podría ser, “Amante de la Vida”, otra de las canciones...

—¿Cuántas? —interrumpimos.

—¿Canciones?, pues 10, originales mías.

La vara mágica de Bevu Silvetti
—Las canciones —continúa Álvaro, son producidas por el maestro Bevu Silvetti, usando una orquesta que te diría que es súper excelente, con una dotación de cuerdas, con los arreglos hermosos que suele hacer Bevu, en los que ha puesto mucho empeño. Bevu es un tipo que viene de triunfo en triunfo, y eso a mí me da la seguridad del éxito.

Álvaro Torres apuesta al éxito a través de una certeza: un público sediento de material nuevo del artista.

—Además —continúa—, hay un público que desde hace dos años está esperando un disco de Álvaro Torres. Pero ya para el verano podrán disfrutar un nuevo disco con canciones hermosísimas, muy sensibles y apasionadas, con las que la pareja pueda encontrar la palabra clave para declarar su amor y expresar sus sentimientos.

—¿Para cuándo crees que el disco estará en el mercado, me lo puedes decir?

—Supongo que a finales de julio o, a más tardar, a principios de agosto, estará el disco en el mercado.

—O.K: En dos palabras, ¿cómo es este disco?

—Sensibilidad y vigencia. Un disco lleno de sensibilidad, que va a ser uno de los más importantes eslabones de la cadena de mi carrera. Yo quiero seguir vigente.

Profeta en su tierra
Hace dos años, MERCADO DEL DISCO entrevistó a Álvaro Torres. En aquella ocasión el artista confesó su malestar por el escaso reconocimiento que recibía en su país (El Salvador). Y resumió la situación con dos frases en aquella ocasión: “No soy profeta en mi tierra” y, “todavía en el aeropuerto [de San Salvador, El Salvador] me piden el pasaporte”. Decidimos averiguar si eso ha cambiado:

—Como artista, ¿cómo marchan ahora las cosas para ti en tu país?

—Mira, las cosas caen por su propio peso —contesta Álvaro con un tono esperanzador en la voz—. Después de 25 años de estar luchando fuera de mi país, los medios de allá se han convencido que he hecho un buen trabajo, que soy reconocido internacionalmente, y ya hay conciencia de eso. ¡Y por mi trabajo!, porque esto es mi pasión. Yo no trabajo para ser reconocido, sino porque me gusta, es mi regalo de Dios. Ya he tenido la suerte de ser reconocido en mi país a nivel nacional, a nivel público, a nivel legislativo, como un cantautor salvadoreño de proyección internacional. Y eso es muy importante para mí, porque mi sueño y el de todo latinoamericano que vive en los Estados Unidos es regresar a su tierra en las mejores condiciones. Por eso es que estamos aquí, luchando y cayendo, y levantándonos, con la esperanza de que el final sea un final con besos. Yo, aunque vivo en los Estados Unidos, siempre pienso que mi final será en mi propia tierra, con mi propia gente, sin olvidarme jamás de toda la gente linda que me ha mantenido en sus corazones en Perú, Puerto Rico, Dominicana, Chile, en toda Latinoamérica..., con un profundo y eterno agradecimiento por amar mi música.

— ¿Ya no te piden el pasaporte en el aeropuerto?

—Ya no —contesta Álvaro sonriendo satisfecho—. Y creo que ahora sería injusto decir que no soy profeta en mi tierra.

En este punto final de la conversación que ha tenido lugar en el plácido patio de la casa-estudio de Silvetti, justamente llegan Rocío Dúrcal y su marido Junior, ex-integrante del dúo Juan y Junior. Rocío tiene que grabar apenas una frase musical para terminar una canción pendiente que también le maneja Bevu, "La Gata bajo la Lluvia".

Cuando la Dúrcal entra al estudio a poner voz, no resistimos la tentación de preguntarle a Junior lo mismo que a Los Beatles le preguntaron tantas veces: ¿Se reunirán algún día Juan y Junior? Junior sonríe...

Como en los jardines de la casa de la novelista George Sand desde los que se escuchaba a Chopin tocar el piano dentro, la voz de Rocío Dúrcal llegaba afuera, dulcísima, con la única frase ya lo ves, la vida es así... tú te vas y yo me quedo aquí...

Cuando la breve sesión de Rocío llegó a su final, abordamos a Bevu Silvetti, quien acotó sobre el disco de Alvaro: “Estoy muy feliz de hacer este disco con Álvaro Torres, gran compositor y gran persona. Es una producción romántica, es un trabajo en el que ambos estamos más maduros”.

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